No al glifosato

Salvatore Foti

El gobierno colombiano parece muy decidido en retomar las aspersiones de glifosato para contrarrestar el preocupante aumento del cultivo de coca en su país. Sin embargo, la OMS y diferentes estudios advierten sobre los efectos perjudiciales a la salud ocasionados por el glifosato, que deberían sugerir más prudencia sobre el tema. El glifosato sería la causa de abortos, graves enfermedades en la piel e inclusive cáncer.

Recientemente, en Estados Unidos hubo una sentencia que ratificaría la estrecha relación entre el linfoma y el contacto con el glifosato. Por todo esto, deberían ser más cautelosos antes de retomar las aspersiones, pues la salud de miles de ciudadanos está en juego.

Sin embargo, este argumento que se está debatiendo en Colombia, parece muy subestimado en Ecuador, donde los campesinos que no se dedican al cultivo de coca también se podrían ver afectados gravemente por las decisiones del país vecino.

Cuando Colombia, años atrás, utilizaba las aspersiones para reprimir la producción de coca, nuestros campesinos veían cómo sus cosechas eran exterminadas y cómo, al mismo tiempo, las enfermedades en la piel se multiplicaban.

Así que, una vez más, las decisiones del Gobierno colombiano podrían terminar afectando a la población ecuatoriana y es por esto que el Ejecutivo ecuatoriano debería pedir explicaciones y extremar los cuidados para que no se repitan los errores del pasado.

Hay que ratificar y exigir que se apliquen garantías mínimas como, por ejemplo, que haya una zona de exclusión aérea capaz para que el glifosato se quede del lado colombiano sin afectar a los pobladores de Sucumbíos, Esmeraldas y Carchi. Urge tomar cartas en el asunto o terminaremos, como siempre, lamentando antes que prevenir.

Hay una tremenda determinación del gobierno de USA y de Colombia para que el glifosato vuelva a ser parte de la guerra al narcotráfico. Los dos gobiernos conversan desde hace rato sobre cómo y cuándo hacerlo. Los que, en cambio, quedan siempre a un “ladito y botaditos” somos nosotros, quienes terminaremos pagando los platos rotos. Reaccionemos.

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