¿Por qué siempre a nosotros?

Víctor Cabezas

El exalcalde de Bogotá Antanas Mockus –un pedagogo de la política– reunió a un grupo de universitarios y les pidió que colaboraran con dinero para una causa social. Los alumnos accedieron y colocaron algunos billetes y monedas en un sombrero. Mockus sacó un encendedor y le prendió fuego al sombrero frente a la mirada estupefacta de los estudiantes, algunos se marcharon enfadados.

“¿Qué acaba de pasar?”, preguntó el exalcalde. “Simple, respondió, ustedes confiaron y me entregaron dinero para que yo solucionara un problema. Ese dinero era suyo y, seguramente, no les sobraba y, entonces, cuando lo quemé se indignaron, ¿por qué no nos sucede lo mismo cuando el Estado dilapida nuestro dinero? ¿Por qué no entendemos que el dinero del Gobierno es nuestro?”

Después de ver este ejercicio pensé en Ecuador. Hace un par de semanas el presidente Moreno retiró el asilo a Assange y solo entonces nos fuimos enterando cuánto costó esa triquiñuela de tenerlo como huésped ilustre casi siete años. Solo su seguridad nos costó cinco millones de dólares. Nada más.
Hoy, la Asamblea se presta a iniciar un juicio político a la excanciller María Fernanda Espinosa, quien hoy ocupa un cargo honorífico en Naciones Unidas. Resulta, pues, que todos los ecuatorianos estaríamos pagando la módica suma de diecisiete mil dólares mensuales por un departamento donde reside la señora Espinosa en Nueva York.

Sí. Los impuestos suyos, míos, los de su vecina y los de su familia estarían pagando ese arriendo. También nuestro dinero financió la seguridad del amigo Assange a razón de sesenta mil dólares mensuales. Esos recursos, como los del ejemplo de Mockus, se quemaron. Me pregunto: ¿Por qué siempre nosotros? ¿Por qué siempre los ecuatorianos de a pie acabamos financiando los delirios del poder?

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