Ese abril

Andrés Pachano

En una concentración política en el parque Cevallos, desde una tarima instalada en el frontis de la escuela La Providencia, en las postreras épocas de las masivas convocatorias que servían de medida de la aceptación popular de los candidatos a elecciones, se escuchó una concitadora voz imprecando con decidida energía y señalando a una efigie de un candidato opositor a la vicepresidencia de la República, un leit motiv repetido en toda la geografía de la patria, “… escúcheme usted insolente recadero de la oligarquía…”, era la voz de Jaime Roldós Aguilera, que con esa frase y un discurso de esperanza, ganó las elecciones del 29 de abril de 1979, 40 años yá.

Su elección marcó el fin de una década de gobiernos de facto en el país, a partir de la ruptura del estado de derecho en junio de 1970 por parte de Velasco Ibarra y la sucesión de dictaduras militares desde el carnavalazo de 1972 del general Guillermo Rodríguez Lara, hasta la dictadura del llamado “Consejo Supremo de Gobierno” de Alfredo Poveda Burbano, Guillermo Durán Arcentales y Luis Leoro Franco. En ese abril, como hoy en las pasadas elecciones seccionales, se habló de la “sorpresa mayúscula”. No hubo tal sorpresa, fue tan solo el no querer reconocer que el país había cambiado, que era una nación de jóvenes que decidieron una elección matizada por una violencia verbal y por grandes discursos de grandes oradores, eran tiempos de los rezagos de la célebre sentencia de Velasco Ibarra “…dadme un balcón y seré presidente…”.

Pronto esa esperanza, la misma del optimismo de la “Carta de Conducta de Riobamba”, se estrellaría con las veleidades de poder de “los patriarcas de la componenda” que desde el Congreso Nacional se oponían con virulencia al gobierno; enfrentaría la crisis derivada del conflicto con el Perú, de los derechosos paros nacionales, de los reflejos de la expedición de las cuarenta horas, de la duplicación del salario mínimo.

Esa esperanza, en su voz, se quedó en el tímpano del oído nacional: “…Probemos el amor de la Patria cumpliendo cada quien con nuestro deber. Nuestra gran pasión es y debe ser el Ecuador…”.