Perú y Ecuador

Ugo Stornaiolo

Perú y Ecuador están unidos por el mismo destino, pero también por la investigación que la comisión brasileña Lava Jato destapó, revelando redes de lavado de dinero y procesos que involucraron a políticos de muchos países. El suicidio de Alan García es otro hecho vinculado a esta operación que, en Perú, provocó que tres exmandatarios (Humala, Kuczynski y Toledo) y otros políticos enfrenten a la justicia, mientras que García -remordido en su conciencia- buscó otro camino.

El escándalo de Odebrecht muestra la ambición de ciertos políticos por lucrar a cualquier costo. La empresa brasileña superó límites, creando oficinas para pago de sobornos, que incluía no solo a gobiernos, sino a políticos con aspiraciones. Así, la constructora se aseguraba las mejores obras con dudosos procesos de contratación pública.

El problema es que, mientras en el Perú la Fiscalía actuó resueltamente para lograr que los responsables sean sindicados, en Ecuador pasa lo contrario. Fiscales, contralores y procuradores detuvieron investigaciones, encubrieron inculpados y de paso, alguno recibió sobornos (como los conocidos, por las delaciones, de Glas y Pólit).

En la campaña electoral de 2017 se supo de una lista de Odebrecht, que involucraba a pesos pesados del correísmo. Algunos fiscales no investigaron. Ojalá Diana Salazar haga lo que Chiriboga, Baca, Moreno, Pérez y otros no hicieron.

Si para ser político, hay que llegar al poder para obtener dinero -como sea-, es claro que Odebrecht es solo la punta del ovillo que, en el caso ecuatoriano, debería permitir conocer dónde se llevó el correísmo más de $ 70 mil millones del estado.

La política es un negocio caro que paga y otorga favores. ¿De dónde sale el dinero para las campañas? Por eso, empresas inescrupulosas como Odebrecht recorren países latinoamericanos para obtener contratos y pagar comisiones.
En Perú la justicia funciona y en Ecuador parece que no. Correa, Patiño, Alvarado y otros prófugos no enfrentan sus cargos. Los presos tienen penas por delitos menores y otros se dicen “perseguidos políticos”, mientras la amnesia y la ceguera son enfermedades nacionales…

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