Pasión por la educación

Fabián Cueva Jiménez

Hace un mes, se difundió al ganador del “Premio Nobel de Educación”, un profesor sacerdote de un pueblo semiárido y lejano en Kenia. Méritos: aparte de transmitir conocimientos en aulas con 80 estudiantes, distribuyó su paupérrimo sueldo entre los estudiantes pobres.

Por méritos profesionales, igual en Ecuador, se reconoció a profesores excepcionales de Iberoamérica y del país, en una ceremonia sobria y emotiva, en la que Fidal, Fundación para la Integración y Desarrollo de América Latina, cumplió con su causa mayor, motivar a maestros a que ayuden en la construcción de la excelencia educativa.

El hecho, pasa de ser informativo, sirve para narrar la emoción de la profesora mexicana ganadora que entremezcló sus lágrimas con las peculiares notas musicales de sus país, y la del profesor cuencano que levantando su trofeo ofreció a sus autoridades y alumnas el fruto de su trabajo y esfuerzo.

El evento, pretexto para referirnos a la profesión más maravillosa, la generadora de alumnos igualmente apasionados por la vida; y, de la motivación que requieren los docentes en su vida profesional, al igual, del compromiso por recuperar el ya ausente reconocimiento social, la confianza en su labor y el apoyo para su autorrealización.

Si estamos claros de que un gobierno es bueno cuando la educación es buena, el mensaje es directo, necesitamos llegar a la obsesión y pasión por la educación, sin olvidar las condiciones en las que vivimos, no imitando lo de otros países: impresión en billetes de maestros en su labor, enviando a estudiar exageradamente afuera, peor situando a 2 o 3 maestros por aula y a 12 a 15 alumnos, en labores entre 10 y 14 horas diarias.

Nos queda claro, la educación no debe ser monopolio del gobierno, debe ser una causa de y para todos, exigir la inversión de las empresas privadas y la participación de medios de comunicación. Ejemplos no faltan.

Fidal y Rosalía Arteaga patriótica labor, 11 años de premiar ideas educativas innovadoras y especialmente dejar inquietudes para el cambio paulatino.

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