Édison Cosíos

Que nunca se olvide este nombre: Édison Cosíos. Que nunca se olvide que el 15 de septiembre de 2011, cuando tenía 17 años y estudiaba en el colegio Mejía, una bomba lacrimógena lanzada por un policía le impactó en la cabeza y lo dejó en un estado prácticamente vegetativo. Que nunca se olvide que ayer, luego de siete años y medio, murió, en su casa, en el sur de Quito, con su familia que luchó todo el tiempo.

Que nunca se olvide que admiraba al Che Guevara y que, junto con sus compañeros, protestaba en contra del gobierno de Rafael Correa y su plan para el Bachillerato Unificado. Que la Policía, para reprimir la protesta, entró al Mejía y comenzó a lanzar sus lacrimógenas. Que a Édison Cosíos le dispararon estando de espaldas. Que ese día su peso era de 60 kilos y que cuando estuvo en el hospital llegó a pesar 25.

Que nunca se olvide que su madre dejó de trabajar y se dedicó a despertarlo todos los días por la mañana, y alimentarlo a través de una sonda, y lavarle el cuerpo siempre para evitar que se le hicieran escaras. Que le compraron una silla especial para que pudiera sentarse a sentir el sol por su ventana.

Que nunca se olvide que a sus padres les dijeron que Édison Cosíos no viviría ni una semana y que vivió más de siete años. Que hubo médicos indolentes y médicos humanos, que hubo paseos a Guayllabamba y fiestas de cumpleaños, que hubo dolor y que hubo, a veces, esperanza. Que nunca se olvide que ayer murió y que su familia se queda sin respuestas, que su muerte es responsabilidad del Estado y es, sobre todo, una muestra más de una era de represión y miedo. Que nunca se olvide para que no vuelva a suceder.


El agua que tocas de un río, es la última que pasó y la primera que viene: así es el presente”. Leonardo Da Vinci Pintor italiano (1452-1519)

Existo. Pienso que existo. ¡Oh qué larga serpentina es esa sensación de existir!”. Jean Paul Sartre Filósofo francés (1905-1980)