Sabiduría jurídica y probidad ética

Unos dicen que “no es posible discriminar a una persona por su orientación sexual”. Otros que “no cumpliría con los atributos del vínculo conyugal heteronormado”. Aquellos, que “el matrimonio civil igualitario ya es un derecho reconocido en la Constitución” y que esta “reconoce a la familia en sus diversos tipos”. Unos se manifiestan en contra y otros a favor del matrimonio entre personas del mismo sexo.

El problema es de larga data y las posiciones fuertemente encontradas se han manifestado públicamente en calles y plazas, ante legisladores, en demandas judiciales y a través de los medios de comunicación. Parejamente, una institución del Estado emplaza a la Corte Constitucional definir si “va a generar una igualdad en el ejercicio de derechos o va a posibilitar la perpetuación de una situación de inequidad”.

Cómo entender la familia y sus derechos está en el centro del debate, así como esa institución que se denomina matrimonio civil. La Corte Interamericana de Derechos Humanos, al ser consultada, se pronunció a favor de que las parejas homosexuales se casen. Esto supondría reformar los artículos 67 de la Constitución, 52 de la Ley Orgánica de la Gestión de la Identidad y 81 del Código Civil.

Hay razones culturales, idiosincráticas y religiosas que se añaden a lo legalmente establecido. Están los derechos de quienes aspiran al matrimonio igualitario, pero los jueces también deben mirar el destino de sus posibles descendientes. La Corte tiene delante un problema que dejó de serlo en un número creciente de países. Su sabiduría jurídica, probidad ética y credibilidad están en juego.

«Nadie está libre de decir estupideces, lo malo es decirlas con énfasis”.

Michel de Montaigne
Escritor y filósofo francés (1533-1592)

«Nada en el mundo es más peligroso que la ignorancia sincera y la estupidez concienzuda”.

Martin Luther King
Religioso estadounidense (1929-1968)