Seis años, diez meses

Terminó el asilo del ‘hacker’ australiano Julian Assange. Al presidente y al Gobierno se les agotó la paciencia, por “repetidas violaciones de las convenciones internacionales”, declaró el mandatario. Assange, el rey de las filtraciones en su portal WikiLeaks, con acusaciones en varios países, deja un espacio del que abusó, por la permisividad con la que el gobierno de Correa le dejó actuar.

Quedan cabos sueltos: Assange fue, antes de su autoencierro, un activo ‘hacker’ , cuyas filtraciones pusieron el peligro la seguridad nacional de algunos países, las elecciones en otros casos y cuestiones como la autonomía catalana.

Antes de su ingreso a la embajada, en junio de 2012, el ‘hacker’ enfrentaba una orden de detención en Suecia por presuntos delitos sexuales. Como demostración de una presunta defensa de la libertad de expresión, que no se cumplía en el país, Correa le concedió asilo y Assange aprovechó para moverse en la embajada como “Julian en su casa”.

La gota que derramó el vaso fue la filtración de fotos privadas del presidente Moreno, publicadas hace dos semanas en el portal WikiLeaks. Todo indica que hubo coordinación entre Assange y Rafael Correa quien, tras conocer los hechos, calificó como “traidor” a su sucesor en la presidencia.

Assange hizo todo para deteriorar su convivencia con el personal de la embajada. Su falta de higiene era un problema sin control, además de sus paseos nocturnos, su mal genio y el descuido con su gato.

En marzo perdió el acceso a internet y le prohibieron visitas. Por lo pronto, perdió su estatus de ecuatoriano, que le fue concedido por la actual secretaria de la Asamblea de la ONU y excanciller, María Fernanda Espinoza, pero que ha sido retirado por el actual ministro, José Valencia.

Inicialmente calificado como adalid de la libre información, las simpatías por el ‘hacker’ se redujeron tras conocerse sus relaciones con el régimen ruso y su probable injerencia en las elecciones presidenciales de EE.UU. Además, interpuso tres demandas contra el Estado que lo asilaba. Assange enfrentará a la justicia y Correa debe explicar por qué acogió al “incómodo huésped”.

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