Assange: lobos o corderos

“En 2014, el gobierno ecuatoriano fue informado que Assange, violando su condición de asilo y los protocolos de la embajada, tenía su propia estructura de redes y comunicación, incluso satelital”, señala la investigación periodística realizada por Fernando Villavicencio y Cristina Solórzano en su artículo ‘Assange en el centro de una trama de espionaje internacional’, publicado por la Fundación Mil hojas.

Assange, como ciudadano, merece la protección de sus derechos, pero la lectura de la realidad debe matizarse. Resulta irónico que ahora la publicidad política venda su imagen con una mordaza. Para el periodismo y los opositores críticos que durante la década anterior vivieron persecución y estigmatización, resulta inconcebible aceptar cómo los poderes pseudorrevolucionarios no lucharon con el mismo ahínco por los derechos políticos de sus conciudadanos.

No hubo piedad a la hora de su estigmatización y desplazamiento económico y social al estilo macartista. ¿Quiénes son los verdaderos enemigos de las libertades y la democracia? ¿Cabe seguir teniendo una visión trasnochada de la guerra fría y de culpar de todo “al imperio”, cuando los totalitarismos de izquierda y derecha solo piden sumisión y están dispuestos a todo con tal de perpetuarse en el poder y robar?

Indigna que nuestro país haya servido para favorecer los escenarios de la política internacional. Vivimos escenarios de nuevas formas de neocolonia y de vasallaje y endeudamiento extremos. ¿Cuánto daño hizo el régimen revolucionario pinchando teléfonos, ‘hackeando’ a opositores y periodistas, lastimando a familias enteras, cerrando puertas y oportunidades, mancillando a universidades, a empresas a comunidades? ¿Cómo sanar esa herida? La historia y la inteligencia social saben discernir.

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