La estupidez

Rodrigo Santillán Peralbo

¿Cómo es posible que todo lo que sucede en este Ecuador, sea normal, lógico, natural, así sea absolutamente irracional? Es como si la negativa realidad socio-económica- política haya sido tan fuerte y poderosa, como para propinar un fuerte golpe en la capacidad de reflexionar y razonar en el momento de decidir qué hacer o por quién votar en esta absurda democracia. Este pueblo aguanta todo, hasta que le dejen sin patria o que sea del FMI-BM y multilaterales que le presten dólares conforme el deseo de las inagotables ambiciones del sector privado.

Cierto que, en algunos sectores de la comunidad nacional, existe pasividad, conformismo y “quemeimportismo”. Ese tipo de comportamiento debe superarse para expresar a la manera de la Junta Tuitiva de la ciudad de la Paz, en Bolivia, que el 16 de junio de 1809 en su Proclama insurreccional decía: “Hemos guardado un silencio bastante parecido a la estupidez”, conforme citaba Eduardo Galeano en Las venas abiertas de América Latina.

No se puede construir, ni desarrollar un país democrático con justicia social, libertades y derechos si no se cuenta con una sociedad comprometida con el cambio, con una comunidad activa, dinámica y participativa. Nadie debería seguir con la vida contemplando desde lejos los acontecimientos sociales, económicos, políticos y culturales como si nada le afectara. Los pueblos pasivos están condenados al subdesarrollo, al fracaso, pobreza y explotación. ¿Acaso nadie sabe reaccionar ante tantos atropellos, injusticias y lacras sociales?

Sería bueno recordar a Albert Einstein que decía; “Dos cosas son infinitas: la estupidez humana y el universo; y no estoy seguro de lo segundo”. El ecuatoriano puede ser pasivo e indiferente pero no es estúpido. Vive frustrado de la política degradada y corrupta.

[email protected]