Alí Babá y los cuarenta ladrones

Manuel Castro

‘Alí Babá y los cuarenta ladrones’ es parte de la colección de cuentos árabes “Las Mil y una noches” y no persigue ninguna intención didáctica ni moral, como los cuentos occidentales. Lo interesante es que ha alcanzado una inmensa popularidad por diez siglos no por ser una apología del delito sino porque es planteado como motivo de placer o entretenimiento.

Aunque en esta época, Alí con un título de cuarto nivel, de terciar en una lid electoral posiblemente alcanzaría millares de votos, pues no le hubiera faltado ni dinero para la campaña ni ingenuidad para decir que no había robado y que los cuarenta ladrones eran asesores de mentes lúcidas, manos limpias y corazones ardientes.

Es oportuno el cuento porque en las últimas elecciones personeros de la Revolución Ciudadana por haber obtenido algunos triunfos y votos proclaman, festejan y se abrazan, afirmando que el pueblo ha reconocido la labor eficiente, honrada e histórica de su líder y de sus colaboradores, a pesar de la persecución y odio desplegado en su contra.

No toman en cuenta que en los últimos diez años se han festinado miles de millones de dólares, que se tiene un deuda gigantesca, que su líder está enjuiciado y prófugo, que se ha desfinanciado al Seguro Social, que las hidroeléctricas, Yachay y las carreteras son una estafa y con sobreprecios. Pretenden olvidar que la corrupción comandada por Odebrecht es una realidad no desmentida. Que su Vicepresidente está en la cárcel, su Contralor prófugo, sus ministros presos, y que aún falta destapar cientos de casos de corrupción, todos los cuales tienen al país en crisis económica y moral.

Por supuesto que analizando los resultados de las últimas elecciones, la Revolución Ciudadana 1 y 2 no ha obtenido una votación elevada, aunque no despreciable, pero todavía pueden aspirar a más conforme lo dice Hegel: “El castigo es el derecho del criminal”.

El final del cuento es que los ladrones, a los cuales Alí no conocía, fueron asesinados y Alí Baba, quien antes solo tenía tres asnos se apoderó del tesoro y se tornó “en el hombre más rico y más honrado de su ciudad natal”.

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