Festival Nicolay e Irina Rogachevsky

Lucía Margarita Figueroa Robles

Fue una semana intensa, llena de música y colorido la que nos brindaron los estudiantes y docentes del por siempre recordado Conservatorio de Música, hoy Colegio de Artes, y dentro de las actividades efectuadas a propósito de cumplir 75 años de vida institucional, las bodas brillantes del emblemático establecimiento educativo semillero de artistas.

El Colegio de Artes Salvador Bustamante Celi, el miércoles pasado, en el Teatro Nacional Benjamín Carrión, llevó a cabo la octava edición del Festival Nicolay e Irina Rogachevsky, que se ha convertido en el evento, que une a las cuerdas del sur de la región más esperado del año.

Es que constituye el espacio idóneo donde se reivindica la cultura universal en un encuentro del arte bellamente interpretado por los instrumentos de cuerda frotada, me refiero al violín, la viola, el violoncello y el contrabajo, como un proyecto germinado desde un grupo de docentes del en otrora Conservatorio de Música, que va dando sus frutos, al convertirse en el festival en el que participan niños, jóvenes y adultos de diversas academias y de diversas ciudades; hermanando pueblos y entidades del quehacer artístico – cultural ecuatoriano, pero sobre todo aportando un crecimiento indisoluble en quienes con su esfuerzo van dejando su simiente y escribiendo las nuevas páginas de la historia musical lojana.

Mi enhorabuena por el esfuerzo, dedicación y por el talento de cada participante, porque se evidencia el trabajo que conlleva plasmar un evento de calidad como el que presenciamos en tan anhelado concierto, con gran acogida del público lojano, que fue para nuestro deleite, ya que la música académica forjada en nuestro terruño por estos destacados maestros Nicolay e Irina Rogachevsky a los que se les rinde tributo, transmite en el ser humano esa paz y regocijo que necesita el alma. (O)