Maremagno electoral

Alfonso Espín Mosquera

Diferentes expresiones califican la campaña electoral para dignidades seccionales. Unos dicen que es un circo, otros que es un juego de poderes. No hay credibilidad, tampoco ideologías. Muchas inversiones recuperables solamente con el triunfo. Hay casos y cosas, unas mezclas escandalosas populismo y socialismo; derecha con izquierda, esta última es más derecha que nunca y la derecha aparece en contravía.

Las pasiones se desbordan, pero también las reflexiones. Mucha gente da en el clavo cuando habla de corrupción y falsas promesas, al parecer la memoria no es tan frágil en algunos electores. Varios elegibles son sinvergüenzas por naturaleza y, sus rostros, como travesura ciudadana, aparecen puestos bigotes con esferográfico, en los afiches de las paradas de buses y varias caras activan recuerdos de sonados escándalos o los destellos de algún escenario o programa farandulero de la TV.

Los propios candidatos se colocan slogans bajo sus fotografías: “El hombre del pueblo”, “El que no te defrauda”, “Tu pana, es tu amigo”, “Vamos adelante con…” Quieren sacar provecho de lo que fuese: el color de la piel, uno que otro retoque y una que otra silicona al aire.

En cuanto a las propuestas se oye poco, la bulla publicitaria se dedica a deslumbrar a las mayorías, y es difícil memorizar tanto número y tanto rostro sonreído y bienhechor; sin embargo, en alguna entrevista en la que aparecen, todos tienen las soluciones a los males que nos aquejan: el bienestar, la salud, la seguridad están garantizadas para nuestros pueblos.

El viernes, Día de la Mujer, “hicieron su agosto”; hubo más rosas que en San Valentín, repartieron en las calles, los parques, se abrazaron y besaron con cuanta chica y señora se encontraban. Me pregunto si tendrán conciencia de lo que les espera en el caso de ganar, no será que se les va la mano y la lengua en esa aberrante ansiedad de “servir al pueblo”.

Mañana nos veremos con nuevas dignidades y ojalá no con una nueva decepción y arrepentidos grandemente o ausentes de esta política malévola y pensando egoístamente en cada uno, aunque el mundo se caiga.

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