Adolfo Coronel Illescas
Tapa, según la Real Academia Española (RAE) es una pieza que cierra por la parte superior cajas o recipientes. Sin embargo, por analogía se puede encontrar varias referencias: tapa, es un rico bocado de la cocina española; tapa, objeto liviano para tapar las ollas; tapa-boca, para los candidatos engañosos, aunque ser pendejo es cosa de uno; tapa tapa, para decir que se cubra del frío y no le haga achachay, entre otras.
Pero no me refiero a esa clase de tapas, sino a las condiciones en que se encuentran las tapas de los pozos de revisión de acometidas recién instaladas en las calles regeneradas, y que en su mayoría son de “propiedad” municipal, pongo entre comillas porque pertenecen a los 5 mil y más beneficiarios del Proyecto de Regeneración Urbana, que pronto tendremos que pagar en promedio 70 dólares mensuales por ocho años. Conviene entonces revisar las tapas, porque a los seres que somos normales nos molesta y preocupa el traqueteo o el sonar como tapas de olla hirviendo cuando pasa un vehículo por encima, lo que también puede producir desgaste o destrucción de estas piezas que cierran los pozos de revisión, que al parecer están flojas o les falta un perno.
Claro que militantes y simpatizantes que van y vienen como “cojo con miedo” con propaganda electoral por las calles regeneradas no escuchan el crujir de las tapas, porque el tiempo de campaña se les escapa y andan concentrados, ilusionados, apasionados por su candidato. A propósito, hay candidatos que con tal de “arrejuntar” votos se muerden la lengua con ofrecimientos de campaña como si les faltara un perno. Exageradas propuestas con exceso de exenciones y beneficios que reducirían sustancialmente el bajo presupuesto de la institución seccional que desean administrar, algo así como un mesianismo populista.
En conclusión, antes que salga un vecino de pocas pulgas y gritón reclamando al Municipio por las tapas, es conveniente una revisión y solución, para que el mejor proyecto de Loja concluya sin demora y con satisfacción. (O)