¿Queremos ser mejores?

EDUARDO CHIRIBOGA APONTE

Mientras más nos aproximamos al día de los comicios, más nos damos cuenta de que debemos repensar el código de la Democracia y un montón de temas anexos, para que esta sea la última vez que elijamos a gente no preparada, con honrosas excepciones por supuesto. No obstante, hay que reconocer abiertamente, que de no hacerlo, jamás podremos tener una democracia confiable y eficiente.

Votar por quien ya tuvo su oportunidad y defraudó al pueblo; por quienes estuvieron apadrinados por el movimiento político que arrasó con los dineros públicos y lideró una delincuencia organizada y corrupción nunca antes ocurrida en el país, de cuyas fechorías tenemos novedades cada semana; por quienes han estado involucrados en manejos turbios de dineros de todos los ecuatorianos, de tráfico de influencias y cuyas fortunas personales y las de sus allegados han crecido de manera sospechosa en los últimos 11 años, no lo considero apropiado. Hacerlo, reitero, es aceptar que somos una sociedad podrida y mediocre.

Las personas que aun sabiendo la calaña del candidato, vota para favorecerlo, de seguro está aprovechándose de algún favor en lo personal o familiar. Pero luego de que se le acabe la fiesta deberá darse cuenta de que su entorno sigue podrido, que ya entraron nuevas autoridades y que ahora favorecerán a otras personas y seguramente esas nuevas autoridades, en su gran mayoría, serán también carentes de principios y valores, de quienes no podremos exigir que nos lleven a ser una mejor sociedad.

Cuando no se aprende de la historia, se está condenado a repetirla. Solo la educación en valores, la reinserción de la Moral, Cívica y la Ética que eliminaron exprofesamente del pensum escolar, podrá ayudar a cambiar esta triste realidad en la que se halla el Ecuador y los ecuatorianos, por la estela de corrupción del correísmo que se cargaron con miles de millones de dólares.

Claro está que haber elegido a mandatarios muy inteligentes y preparados, pero con intensiones maquiavélicas y fascistas, nos hace reflexionar sobre el imprescindible análisis de sus antecedentes hasta familiares y síquicos, que también debemos incluir en las reformas. Para ser un mejor país y mejor zona, debemos empezar por repensar la estructura de lo electoral. Un debate académico al respecto se impone.

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