Homenaje a Jorge Carrera A.

POR: Luis Fernando Revelo

En el marco de la celebración de los 66 años de vida institucional de la Casa de la Cultura Núcleo de Imbabura, el pasado Jueves Académico se rindió tributo nacional a una de las luminarias más excelsas de la literatura ecuatoriana, a aquel hombre que hizo de su vida un canto sentido y armonioso, un torbellino de notas y de rimas, a aquel hombre que solía autocalificarse como “Juan sin cielo”, “Juan de todos”, “Habitante de la tierra”, “Sombra vestida”, “Polvo caminante”, a Jorge Carrera Carrera Andrade.

Lo hizo el Dr. Marco Antonio Rodríguez, expresidente de la matriz y connotado académico, con la presentación del opúsculo intitulado “Jorge Carrera Andrade y su poesía de hueso, tierra y tiempo”. Su ágil y castiza pluma, buida de talento y erudición, fue la encargada de pergeñar su semblanza y el aporte del escritor Marcelo Valdospinos Rubio, permitió recopilar lo más granado de su poesía. Así el reconocimiento filtró sus transparencias para el hombre que hace cuatro décadas cruzó el umbral de esta vida perecedera

Carrera pertenece a la cepa auténticamente quiteña, que vio su primera luz en los albores del siglo XX, catalogado como uno de los poetas más sobresalientes del siglo. Vivió en permanente olor de poesía. Jamás abandonó su mansedumbre y su patética ternura por lo rural. Cantó a los pájaros que otean nuevos horizontes, a los humildes jumentos, que tras el tráfago cotidiano pacen tranquilos su doble ración de heno, a las cigarras, a los colibríes, a los caracoles, a las golondrinas, a los venados, al paisaje agreste y a la ventana solitaria.

Les invito a saborear con delicia el lujo de facundia que tiene esta obra. Por cada una de sus páginas pasa rauda, haciendo una venia, la sombra vestida y el polvo caminante de Jorge Carrera Andrade.