¿Para cuándo la recuperación de lo robado?

Rosalía Arteaga Serrano

Nada hace tanto daño a la fe pública como la sensación de la impunidad, la de que no hay esa relación directa entre lo que se dice y se hace, la percepción, como dice el viejo refrán, de que hay mucho ruido y pocas nueces.

Uno de los ejemplos es el del exvicepresidente Jorge Glas, sometido a juicio, declarado culpable de recibir dineros de forma indebida, junto con su polémico tío; por supuesto entendemos que siguen las indagaciones porque hay aún muchos más hilos sueltos en esa madeja de corrupción, de intereses creados, de conexiones sospechosas.

El exvicepresidente está en la cárcel, y eso indica que la justicia actuó, pero nada se habla del dinero con que perjudicó al Estado, la pregunta que cabe hacerse, ¿cuándo se van a hacer efectivos los cobros? ¿Estará el dinero en los tantos paraísos fiscales que se han mencionado en los últimos tiempos? ¿Habrá que seguir la pista de los aviones presidenciales en los que hicieron viajes misteriosos a esos paraísos fiscales? Itinerarios sospechosos, por decir lo menos.

A los ecuatorianos nos queda en la mente el sabor de lo inacabado, de que los capítulos de estas tramas siniestras, en las que se oyen denuncias tras denuncias, se van quedando en el aire.

Un escándalo tapa otro y no tenemos las suficientes agallas para seguir los hechos hasta el final e insistir no solo en la prisión de los culpables (lo que es indispensable desde luego), sino también en la recuperación de los activos, del dinero robado, estafados a un pueblo que se creyó en aquello de las “manos limpias”.

Esas investigaciones a medias, esas denuncias que luego no tienen un impacto real en temas como la prisión y el castigo financiero, generan una sensación de que aquí, en Ecuador, se puede hacer de todo y luego no hay la rendición de cuentas que el país necesita y exige.

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