La ceniza digital

Hoy es Miércoles de Ceniza. Para los católicos es un símbolo de saberse mortales, para los poetas es saberse polvo enamorado, para la cibercultura es conocer una comunidad que se mueve y vive de ritos que los expande en los medios digitales.

Recibir la ceniza en la frente con la señal de la cruz tiene el carácter de lo finito, pero cuando morimos, ¿qué pasa con nuestra huella digital? Luego de regresar al polvo, para las plataformas virtuales seguimos existiendo. Nos siguen enviando spam, somos aquellas “almas muertas” en el territorio de miles y miles de cuentas de Twitter, de Facebook, de Instagram…

Nuestros blogs podrán seguir siendo visitados y tendremos un rastro en el polvo digital, así como existe un polvo estelar. De polvo somos y al polvo, volveremos, dice la Biblia. Pero ahora somos tanto de polvo como de bits, de memes y streaming…

Nuestras cenizas que formarán el polvo digital es igual que la piel que a diario se cae, como ese cabello que se pierde en la noche y que aparece en la almohada. Así somos en la virtualidad: dejamos mucho de nuestro ADN digital en correos electrónicos, el teléfono celular, Internet, los accesos biométricos, las claves y contraseñas.

Antes bastaba decir que somos mortales y que volveremos al polvo, hoy la tecnología nos ha cambiado. Somos cyborgs, replicantes, androides y en muchos casos tenemos avatares y “alter egos” en videojuegos y mundos virtuales.

Es muy difícil dejar que todas esas identidades se aúnen y vuelvan al polvo. Ahora somos de bits y silicio, es decir, de datos y mineral. De polvo enriquecido que deja huella y estelas en el camino, un camino que podemos volver a pisar, al hacer la búsqueda de nosotros mismos. Somos, nos sabemos mortales, pero nuestra ceniza es inmortal porque es de silicio y de bits.

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