De la tierra viene…

Andrés Pachano

La tierra cocida, es alma y materia con que el artista ha esculpido cariños entrañables. Es que de la tierra vienen ternuras amasadas, viene cálidas formas, llegan humanas alegrías. Así son las terracotas de Boris Salinas.

En esta Fiesta de la Fruta y de las Flores, en la Casa del Portal –nuestro hermoso claustro para las sensibilidades humanas- se exhibe una muestra de pequeñas esculturas realizadas en arcilla quemada, que conmueve, que ablanda las durezas de la vida; que hace vibrar lo que de niños aún guardamos y que basta un leve impulso para redescubrir a esa mágica edad ya perdida, ya oculta, ya quimérica; pequeña muestra, en número, la que ha traído el artista lojano Boris Salinas, sin embargo su tamaño es suficiente para, tiernamente, alegrarnos el alma; son nueve obras de pequeño formato que albergan en su contenido lo sencillo, lo cotidiano; son las simplezas de vivir, que llevan al observador –al menos en mi lo consiguió- a la indescriptible cualidad del enternecimiento.

Enmanuel Kant, dice que una obra debe tener la capacidad de emocionar –en cualquier sentido- para tener el rigor de lo estético. El postrarnos ante las terracotas que se exhiben, lo que palpamos en nuestro fuero es una emoción inmaterial, es el íntimo disfrute de lo interno: es la existencia; y, entonces entendemos a cabalidad al filósofo alemán.

Lo sencillo, lo usual, está en cada una de las piezas de arcilla cocinada, las que con la poética de sus nombres nos dirige a entender y a sentir sus porqués: así nos emocionamos con aquellas piezas como ‘Las Chancletas’ o ‘Alas de Cartón’; o con la honda ternura de ‘El Regalo’. O sencillamente nos inclinamos a la invocación al silencio de la pieza ‘Sshhh’, o a comprender el abandonarnos al disfrute del descanso en ‘La boya’. Esa la magia del arte, llevar al espectador a sentir, a identificarse.

Para llegar al arte y a lo estético de él, el escultor tiene el dominio de una técnica nada fácil; Boris Salinas es un dominador de esta técnica, las formas de sus terracotas están exentas de la deformación que la retracción de la arcilla al cocerse puede producir.

Arcillas de la vida sencilla, son las de Boris Salinas.