DEUDAS DE CAMPAÑA

Fausto Jaramillo Y.

La democracia nos convoca a los ciudadanos, a acudir a las urnas a depositar nuestros votos y elegir a nuestras autoridades. Esta práctica cíclica es el escenario para que pensemos en lo que queremos para nuestro entorno. Por supuesto, la palabra progreso es la que marca nuestro anhelo, pero para lograrlo, los candidatos a las diversas dignidades, cual si fueran los conductores de un vehículo, deberían mostrarnos en camino por que pretenden transitar. Los votantes, ante esas propuestas podríamos escoger la que mejor nos parezca. Los debates se tornan, entonces, en un recurso cívico de enorme importancia y los ciudadanos deberíamos exigir de los candidatos el participar en ellos.

Lastimosamente, en los últimos tiempos, las campañas electorales se han convertido en el mercado de las ofensas, de los insultos, de las diatribas, de los gritos destemplados, tras los que se esconden la cobardía e ignorancia de los que deberían ser líderes de cada sociedad.

El Código de la Democracia, exige de los candidatos el presentar un plan de trabajo, para contrastarlo con sus acciones, cuando, ganando las elecciones, deban ejecutar dicho plan.

Sobre Ibarra pende una espada peligrosa para su futuro. Las deudas municipales que, tarde o temprano, deberán ser honradas, son tan grandes y de tal urgencia, que conspiran desde ya en contra del progreso que merece la ciudad.

No se trata solamente de la sentencia judicial que obliga a los ibarreños a pagar más de 10 millones de dólares a una familia, por un largo litigio judicial en el que las diferentes administraciones municipales, no supieron estar a la altura de las circunstancias y cometiendo muchos errores y omisiones desembocaron en que la justicia imponga una sentencia condenatoria a la capital de Imbabura.

Junto a esa condena existen otras, por intereses, moras y lucro cesante, que elevan dicha deuda a más de veinte y cinco millones de dólares.

Los candidatos a la Alcaldía de la ciudad, tienen la obligación de decir, ahora en campaña electoral, qué harán sobre esta deuda, en caso de ganar las elecciones. ¿Cómo van a proceder? Por su parte, la ciudadanía debería exigirles su pronunciamiento.

Si no lo hacen, no son merecedores a pedir el voto de los electores, serán apenas ciudadanos vanidosos y ambiciosos que buscan sentarse en el sillón de la Alcaldía para tomarse la foto, porque no tendrán recursos éticos ni económicos para emprender la gran obra de transformación de la ciudad que merecen los ibarreños.