Jueces de ochenta a cien

La seriedad e idoneidad de los jueces nacionales está en entredicho por el Reglamento de evaluación que aplicará el Consejo de la Judicatura. Tal Reglamento no es para ingresar a las Judicaturas por primera vez, que tuviera tal vez su justificación, sino para analizar, confirmar o excluir a los jueces en actuales funciones, que concluirá con una calificación, que de reunir ochenta o más sobre cien puntos ratificaría a tales funcionarios judiciales, entre los que estarían los jueces de más alto Tribunal de Justicia, presidido actualmente por su presidenta.

Hecha la ley, hecha la trampa. Como la evaluación tiene que ser hecha a través de determinados parámetros, se aplicará un sistema colegial de calificaciones, que dará origen a impugnaciones, solicitudes de recalificación de “notas” y hasta graciosamente se pedirá exámenes “supletorios”, pues por un punto o dos se perdería el puesto. Desde luego habrá palanqueos para que les suban la nota o quien sabe si las cónyuges, pues los padres ya no estarán para esos menesteres, suplicarán ayuda para que “sus jueces” no pierdan la pega.

El poner calificaciones numéricas a jueces que han dictado sentencias, autos y administrado justicia en causas que ya han causado ejecutoría, es una falta total de respeto a la Judicatura y una aberración inentendible. Se puede dar el caso que el Presidente o un magistrado de La Corte Nacional de justicia alcance su ratificación por tener 81 puntos o pierda tal calidad por tener 79 puntos. La justicia no es un frívolo juego en el que hay que saber perder o ganar.

Lo que el pueblo decidió en la última consulta es la depuración del aparato judicial, donde el correísmo -por propia confesión- metió las manos. Lo que quiere es que los jueces se sometan a un proceso de transparencia y escrutinio público. Puede darse el caso que jueces que emitieron resoluciones en contra de la ley o por mandato del anterior gobierno alcancen calificaciones superiores a los ochenta puntos y, por lo tanto. serían ratificados. Los casos son conocidos y públicos en los que se hizo irrisión de la justicia, de la ética y de la ley.

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