Sobre duendes

José Salustiano Serna en una entrevista (Palabra de Lorca, Declaraciones y entrevistas, Edición de Rafael Inglada, pag.126), inquiría a Federico García Lorca, el poeta de Granada, sobre la gran inquietud que abraza a nosotros los neófitos en las espirituosas sustancias de la poesía; le pregunta sobre el “hecho poético”, sobre lo que aqueja a los poetas para escribir, para crear, y Lorca, desde el mismo centro de la magia de su gitanería, le contesta: “…Si, amigo Serna. Junto al hecho biológico o junto al hecho jurídico, por ejemplo, hallamos –claro en un plano superior, en el plano último- el hecho poético… El poeta se encuentra, súbitamente con algo, que salta ante él con los brazos en cruz, y –quiera o no- le hace detenerse en la maravilla blanca del camino. Hay que interpretar aquello, descifrar su secreto entrañable. ¡Surge la poesía!… La poesía es, sencillamente, esto: ‘una cosa que hacen los poetas…”.

Así define, poéticamente, el súbito despertar de lo sensible que ataca en cualquier momento a los seres sensibles; así se presenta desde adentro ese inconfesable sentimiento de extrovertir lo suyo; y, es que, si el alma existe, la poesía es su noble sustancia.

Los neófitos, sin comprender totalmente su esencia, llamamos a este dictado de esos duendes ocultos en los poetas: ¡inspiración!; es su pasión, sus apremios íntimos, esa incomprensible e inmediata necesidad de hablar. El escritor colombiano German Arciniegas lo define con magistral sencillez: “…sentir la urgencia de crear. De decir cosas…” (Ibidem, pag. 33).

Son duendes, son los traedores de “las maravillas blancas” de las que habla Lorca, son –sobre todo- los portadores de dolores, hondos dolores; es que el simple hecho de crear en sí es ya es un padecer existencial, oscuras cruces, dolores y visiones; el mismo poeta de Granada le confesara de estos a Alfredo Mario Ferreiro (Ibidem pag. 257): “…¡vivo rodeado de muerte!…”, es que los poetas mueren a plazos, un poco en cada uno de los versos que escriben. Ese el sufrimiento de la creación, ese el dolor de su entrega. “Son los amores Vividos”.

Estas ideas fueron confesadas en la presentación de esa obra poética de Juan Acurio.