Lamentable pero cierto

María Luisa Gómez de la Torre Gómez

Siempre se ha concebido que llegadas las elecciones democráticas en el país para elegir nuevas dignidades constituye una verdadera fiesta cívica de representatividad futura en pos de cambio radical para beneficio de la colectividad.

Sorprende sobremanera el crecimiento de partidos y agrupaciones políticas que han despertado abruptamente a raíz de la macabra realidad de la corrupción que vive el país y que considero que falta mucho por conocer aún pues cada día despertamos con serias novedades de los pillos de corbata que redundan en estos tiempos.

Lo lamentable que observamos es que a través de los medios de comunicación es la penosa y cierta presencia de personas que, sin mayor desenvolvimiento expresivo, sin conocimiento de causa y sin convicción de cómo estamos y vivimos se atreven a participar en la contienda electoral convirtiéndose en payasos y en hazmerreir de la cuidad, provincia y país.

Ha perdido el partido y organización política que representa y que considero va en desmedro del lugar al que se le deben; al parecer existen personas que ni la primaria han terminado, a lo mejor llegaron hasta segundo o tercer grado, sobresalen en la audacia. Vale el refrán “zapatero a tu zapato”, en esta ocasión también vale aplicar el axioma “la ignorancia es atrevida”.

¿De qué manera seremos considerados los votantes que nos debemos a un terruño y que elegiremos a personas en el plan de la ignorancia? En verdad, de tantos candidatos hay que ver bien a quién se elige, por quién se vota, además muchas personas se demorarán al sufragar, elegirán a dedo y a lo mejor al que menos vale, al que menos sabe, al que peor se expresa y que demuestra una ínfima condición de preparación educativa y cultural y de vasto conocimiento administrativo.

Así no se puede hacer patria, no vale convertirse en comidilla so pretexto de la ignorancia. ¿Se progresará así algún día? ¿Será que Esmeraldas llegará a ser la ciudad que queremos y no el pueblo que es hoy? Aspiramos a tener un representante preparado, docto, educado que dignifique nuestra tierra, que sea admirado y aplaudido por su excelente desenvolvimiento administrativo, que sepa hablar y que sobresalga en la esmeraldeñidad.