‘Nuestras miradas’

Mons. Alfredo José Espinoza Mateus, sdb

Las palabras de Francisco a los jóvenes en Panamá, fueron de gran profundidad. Vuelvo a uno de sus mensajes.

No puedo negar que sentí un “sano” orgullo de hijo cuando habló de mi padre Don Bosco, eso no lo puedo negar, es que mi corazón es y será siempre salesiano y es la riqueza que puedo aportar a la Iglesia.

“Don Bosco no se fue a buscar a los jóvenes a ninguna parte lejana o especial, simplemente aprendió a ver todo lo que pasaba en la ciudad con los ojos de Dios y, así su corazón fue golpeado por cientos de niños, de jóvenes abandonados sin estudio, sin trabajo y sin la mano amiga de una comunidad. Mucha gente vivía en la misma ciudad, muchos criticaban a esos jóvenes, pero no sabían mirarlos con los ojos de Dios- A los jóvenes hay que mirarlos con los ojos de Dios”.

Y esa mirada se convirtió en una respuesta efectiva para los jóvenes abandonados. Supo acogerlos, darles educación, enseñarles a trabajar, crear familia, darles raíces para la vida, darles futuro.

Me he preguntado cómo es mi mirada, no solamente a los jóvenes, sino a todos. ¿Sé mirar con los ojos de Dios?

También me he preguntado el cómo mira Dios. Sé que la mirada de Dios no es una mirada de condenación, de crítica o que juzga. Es una mirada que se transforma al mismo tiempo en una mano que se extiende, que se brinda, una mano que levanta de la caída.

Es fácil mirar con ojos humanos y no con ojos de Dios. Es fácil criticar, juzgar, emitir criterios, condenar con nuestras palabras, “poner adjetivos”, como también nos dice Francisco.

Es fácil pasar de largo, no preocuparnos por el otro o caer en la “cultura de la indiferencia” frente al hermano.

Solamente si ponemos al Señor en nuestro corazón podremos aprender a mirar con los ojos de Dios. Es que el amor es la fuerza que transforma todo, es que “solo el amor nos vuelve más humanos…”.

Asumo la pregunta de Francisco: “¿Se animan ustedes los grandes a mirar a los jóvenes con los ojos de Dios?”. Yo diría, a todos. Miremos a todos con los ojos de Dios. ¿Seremos capaces? (O)