La violencia es un monstruo que destruye, que devora, que acaba todo cuanto se aproxima o alcanza a su paso.
Es un mal que ataca el cuerpo físico, que como un cáncer mata todos los órganos, irrumpe sobre los sentimientos y la psiquis, creando taras y traumas que afectan terriblemente la vida de los seres humanos, unidos o no por lazos de sangre, o que forman parte de grupos de un mismo territorio.
Para tratar la violencia en necesario la recuperación de los valores morales y éticos, la elevación del autoestima y el respeto a uno mismo y a los demás. Saber que no es valentía, la respuesta igual al oprobio. Valentía es actuar en forma contraria a la provocación, bastante difícil y casi imposible.
Para hacer frente a la violencia, la familia es responsable de dar una formación espiritual con el buen ejemplo de los padres en su actuación, que mantengan relaciones de amor, comprensión, tolerancia y solidaridad en todo momento y espacio.
Que en las escuelas y colegios se fortalezcan los lazos de amistad y compañerismo entre los actores alumnos y maestros y es inminente un cambio total en la convivencia de la sociedad y la ciudadanía, que debe reflejar armonía y paz en la participación para la toma de decisiones, que nos permitan alcanzar el desarrollo y el progreso.
La violencia es uno de los pecados capitales, que debe ser contrarrestado con la virtud de la paciencia. Es decir que debemos ser tranquilos y pacíficos en la respuesta a todo acto de la vida cotidiana, pues por mayor provocación que recibamos, respiremos y pensemos en una reacción sin consecuencias mayores y negativas.
El 25 de Noviembre es el día de la No Violencia Contra la Mujer, un problema que cada vez esta más en la mesa de las autoridades de justicia, que no pueden hallar la solución mas acertada para atenuar o disminuir en algo la violencia, pues esta parece que es parte del cuerpo, del ser de cada persona, que no se cura con una multa o privación de libertad, sino que se aumenta la venganza, el odio, el rencor…
Mariana Minda.