Diana y Martha

Santiago Armijos Valdivieso

Diana fue brutalmente asesinada en una calle de Ibarra por su pareja tras recibir varias puñaladas del frío metal de un cuchillo en sus pulmones; la vida se la arrebató quien estaba llamado a cuidarla, a vista e incompetencia de policías nacionales que penosamente no estaban preparados para hacer su trabajo y defenderla. Martha fue violada ferozmente en un bar de Quito por tres monstruos que fingieron ser sus amigos, quienes destrozaron con sadismo las cuerdas de su alma. Estos escalofriantes sucesos que nos han dejado absortos, son dos tragos amargos, pero no los únicos, de lo que viene sucediendo en nuestro país que con mayor frecuencia y gravedad se acerca al vórtice de la barbarie. Se impone entonces, la necesidad urgente de reconstruir nuestra sociedad sobre los cimientos de la solidaridad, de la enseñanza de valores en el seno familiar, de la responsabilidad cívica para responsabilizarnos por los problemas colectivos, de la elección responsable de las mejores autoridades, del respeto a la mujer como fuente de vida, de orden, de sabiduría y de inteligencia, y, por supuesto, con el de la educación. Por su parte, el Gobierno y la Policía deben mejorar sustancialmente los procedimientos de protección a los ciudadanos, quienes cada vez están más expuestos a las garras de la violencia. Lo sucedido a Diana, a Martha y a miles de mujeres, es el resultado de nuestros graves errores como sociedad y del machismo retrógrado que se resiste a desaparecer. Nos queda la tarea pendiente de exigir justicia y alcanzar el cambio social necesario para que las mujeres puedan vivir en un Ecuador más justo y mejor. Ellas lo merecen, porque como bien lo dijo Gabo: “son las que sostienen el mundo, mientras los hombres lo desordenamos con nuestra brutalidad histórica”. Yo agregaría…Para que lo vuelvan a ordenar, cuantas veces sea necesario, y así la vida pueda ser más buena, más colorida y más justa. (O)