El pasado 23 de enero se conmemoraron en Venezuela 61 años del golpe de Estado que acabó con el gobierno de Marcos Pérez Jiménez y dio fin a su régimen dictatorial, abriendo un periodo de democracia. Y nuevamente esta fecha dividió a quienes apoyan al régimen de Nicolás Maduro y a quienes están en contra del mismo, tanto dentro como fuera de su país.
Para nadie es un secreto la crisis social, política, económica y humanitaria que atraviesa la nación, con una población hastiada de la escasez, inflación y pobreza en la que se calcula que a diario migran unos 5.000 ciudadanos.
La manifestación opositora del miércoles anterior retumbó con el ascenso del líder de la Asamblea Nacional, Juan Guaidó, quien se proclamó presidente de la República dando un vuelco crucial a la situación.
Este anuncio generó reacciones en el mundo y numerosos países, a través de sus mandatarios apoyaron al dirigente opositor, incluido Lenín Moreno. Puede que Venezuela logre que Maduro salga del poder, pero eso está todavía lejos de concretarse, mientras los militares -que sí lo tienen todo- respalden a su mandatario, quien está dispuesto a inmolarse con su proyecto político creyendo que tiene que jugar un papel dentro de la historia muy en la línea de la revolución cubana.
Lo mejor es que Maduro abandone el poder. Pero él está apostando a mantenerse a pesar de la pauperización de la población. Está dispuesto a hacer lo que hizo Fidel Castro: irse al límite. Se considera el único salvador de su patria. El problema de Maduro es que se cree todo lo que dice.
La espiral de la violencia sólo la frena el milagro del perdón”. Juan Pablo II
Papa de la iglesia católica (1920-2005)La humanidad no puede liberarse de la violencia más que por medio de la no violencia”. Mahatma Gandhi Político y pensador indio (1869-1948)