SOS Venezuela

Santiago Pérez Samaniego

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La crisis venezolana está llegando al punto de violencia e intolerancia más alto de los últimos años. Un gobierno dictatorial cuestionado por la comunidad internacional, un sistema desordenado con una inexistente separación de poderes, denuncias graves de corrupción, venezolanos y venezolanas protestando en las calles víctimas a diario de constantes violaciones a los derechos humanos en su mayoría jóvenes quienes son reprimidos por una fuerza pública deshumanizada, estos muchas veces juzgados por tribunales militares violentando normas democráticas y básicas del debido proceso. Existen alrededor de 450 presos políticos en ese país.

Entre tensión y violencia, la última propuesta del régimen de Maduro, “la Constituyente”, resulta una artimaña política, un traje a la medida para un gobierno totalitario, un atentado a la democracia viéndose acorralado por un pueblo cansado del abuso, cuestionado por una comunidad global impotente ante un drama humano que se ha convertido en transnacional. Un gobierno que ha demostrado no tener capacidad de encontrar soluciones factibles a su crisis humanitaria, política, económica y social, la cual en los últimos meses cobra más fuerza a nivel internacional a través de los ojos y testimonios de miles de migrantes que buscan protección extranjera y mejores días para sus familias.

Según datos de la Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados, en 2016 se registraron 27.000 solicitudes de asilo de venezolanos en todo el planeta, a junio de 2017 la cantidad de solitudes ascendió a 52.000, la agencia señala que esta sería solamente una fracción de los venezolanos que requieren protección internacional en el mundo.

En los últimos meses, organizaciones de derechos humanos y gubernamentales especializadas registran que unos 2.000 venezolanos ingresan diariamente a Ecuador, otros datos del Ministerio del Interior señalan que en los últimos cinco años 38.087 llaneros no registraron su salida del país. Algunos de estos migrantes víctimas del conflicto político y conmoción social interna llegan a Ecuador con la esperanza de encontrar aquí un trabajo, estabilidad personal y sobre todo un ambiente de paz para los más cercanos. (O)