Violencia y xenofobia

Alfonso Espín Mosquera

Lamentables son las noticias que nos cuentan de asesinatos, asaltos, violaciones y más atracos contra el ser humano; que terrible es pensar que nos hemos convertido en hombres lobos de los hombres y que se ha perdido la tranquilidad aun en nuestras propias viviendas, en las que debemos encerrarnos con todas las seguridades, candados, cercas eléctricas, alarmas, pagar guardianías privadas y aun así vivir asustados.

Es indignante el asesinato de una persona, como el que ocurrió días atrás en plena zona comercial del norte de Quito, nadie merece la muerte de esa manera, más cuando ha llegado a una edad en la que todos le debemos respeto y valoración por una trayectoria en beneficio de los demás. Miles de familiares lloran en cada víctima el retorno imposible por la maledicencia humana.

Nada justifica la violencia, nadie tiene la potestad sobre la vida de los demás y nadie puede ser víctima de la barbarie en un mundo que cada vez se vuelve invivible; pero, la situación va más allá del inexplicable dolor y de los infamantes hechos.

Sin embargo, la situación va más allá, los niveles de pobreza son incontrolables, el desempleo es un hecho visible en las calles y los cinturones de miseria son cada vez más grandes.

Nada es justifica un delito, ni el hambre, ni la pobreza, ni el desempleo.

La vida es el don más preciado y las leyes y policías deben evidenciar la protección a ella y por ningún concepto se deben lanzar todas las culpas a grupos humanos por su nacionalidad o raza, eso tampoco es correcto.

Las actitudes xenofóbicas se alimentan de la ligereza de pensamientos, tal vez ante una nueva noticia de violencia, ni siquiera consideramos el irremediable dolor de los familiares de las víctimas, cuanto en sumar uno más a nuestra cuenta de “negros” o venezolanos.

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