Tiempos inseguros

MIGUEL ANGEL RENGIFO ROBAYO

Nuestra realidad puede ser un recurso de una novela sin ficción, todo parece irreal e inaceptable pero esa indiferencia anómala y escueta nos resulta rutinaria y vulgar; estamos indefensos, el llamado de auxilio y la crisis de valores avanza a zancadas en lo que a un tiempo –en plena guerra fría- se nos reconocía como países tercermundistas, por lo extravagante y exótico de cómo nos imaginaba el primer mundo.

Esa primigenia acepción y compresión para este lado del mundo tuvo sin reparos con lo contemporáneo y la postmodernidad serias crisis de identidad y lo que Freud asistió como “el malestar en la cultura”; ahora vivimos en un tiempo líquido y fugaz, atropellado por iniciativas que rayan en lo absurdo y que han vaciado oficios y profesiones que reparen y subsistan ante el vértigo de la inmediatez o los impulsos de que – en tiempos modernos es aceptable- aprovechemos la cosificación del derecho a la libre expresión.

La sociedad está en crisis, la educación falla, la conducta moral, o la filosofía de la costumbre, de las buenas costumbres, lo que los adelantados resumieron en la transición de la industrialización y los tiempos modernos: el urbanismo, la urbanidad son los valores tan simples y directos como el saludar, el ceder el sitio o el asiento para las personas ascendientes, el saber decir: “gracias” y todas las frases de cortesía a debido tiempo, sin rubor o vergüenza.

Aprendí de mis mayores los tres tempranos: despertarse temprano, alimentarse temprano y descansar temprano, esta regla ha permitido de cierto modo gozar de una salud consecuente y de cierta dependencia para el reloj biológico que ha madurado como respuesta eficaz ante las adversidades. La pregunta ahora sigue siendo latente: ¿qué tiempos vivimos, sentimos? Adolecemos de una queja interminable por querer comprender acciones elementales nada coherentes, pedir negociar con narcoterroristas, la dureza del Estado para lamentar luego una falta de una vertebrada y firme política de seguridad interna y externa, cualquier simple sensatez sabe que no se negocia con tal calaña; hubiese sido una responsabilidad sobre la realidad de la frontera y evitado atentados y la muerte de inocentes, entre ellos tres periodistas que arriesgaron su vida por defender una verdad.

Los acontecimientos actuales entorno a conceptos cuasi nuevos, porque están ahí en la rutina en cada cotidianidad, violencia, y abocamos a lamentarnos y horrorizarnos desde lo virtual; actuemos desde nuestra realidad diaria, no impulsemos este problema.