Sociedad y violencia

DIANA LUZURIAGA VERA

Ecuador en la última década no sólo fue adquiriendo mayor endeudamiento público sino que los niveles de violencia e inseguridad social se han incrementado, la agresión se ha instaurado como algo normal e incluso como la única manera viable de hacer frente a los problemas, recordemos el ejemplo del expresidente Rafael Correa quien fomentó la cultura de violencia y rivalidad entre ciudadanos.

Hablar de violencia social involucra observar todo su contexto, para ello, es necesario develar las formas de abuso invisible desde las que se desencadenan problemas sociales gravísimos, partiendo de un Gobierno que prioriza los altos sueldos para la burocracia, mientras la salud, educación y seguridad quedan relegadas. Debemos reconocer que la pobreza es una forma de violencia social ¿Acaso no es violencia que en nuestro país el niño y adolescente trabajador, que debería estar protegido por el Estado estudiando, debe asumir la responsabilidad de compensar el desajuste en el presupuesto doméstico, resultado del crecimiento de la pobreza?.

En nuestra cultura a los varones desde temprana edad los estimulan y se legitima el uso de puñetazos y golpes para mantener prestigio. Aprenden la violencia en sus propias familias cuando ellos mismos eran niños y víctimas, no se les permite que afloren sentimientos de ternura, miedo, alegría y tristeza «… los hombres no lloran», «los hombres no tienen miedo», afectándolos en los planos físico, social y emocional.

Ante una sociedad convulsionada por los niveles de violencia e inseguridad, necesitamos inminentemente cambiar nuestras acciones, trabajar en la prevención, tomar una actitud firme de solidaridad, fomentar la integración familiar y los valores, Martin Luther King dijo: La no-violencia no es pasividad estéril, sino una poderosa fuerza moral que se hace para la transformación social”.

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