La máquina del tiempo

La literatura muchas veces se adelanta a la realidad y a la ciencia, sobre todo la denominada de ciencia ficción. En 1895 H.G. Wells escribió “La máquina del tiempo”. El narrador que protagoniza un viaje a través del tiempo observa que el mundo ha sido dominado por unos seres grotescos, que es una aguda observación del temor a las dictaduras y a algunos sistemas políticos.

En el siglo XX tales temores sucedieron: aparecieron Hitler, Mussolini, Stalin, con sus dictaduras crueles y sanguinarias y esclavizaron a sus pueblos. Las causas son muchas pero las consecuencias son evidentes.

En nuestra Latinoamérica igual surgieron los Somoza, los Trujillo, los Perón, los Pinochet, espantosas dictaduras militares, alterando las observaciones y predicciones de muchos intelectuales que nos han hablado de una raza cósmica, del nuevo hombre americano, ejemplo para la humanidad, síntesis de razas y culturas ancestrales. Sin embargo, lo apocalíptico de la literatura de ficción se volvió a repetir: la dinastía de los Castro, por sesenta años, sin libertades, con atraso y con delirantes discursos.

Pero como una mentira acreditada es malsana, surgió el socialismo del siglo XXI. Venezuela, Nicaragua, Bolivia son países que sigue entrampados en dictaduras vitalicias y crueles, donde el pueblo vive el ambiente del engaño populista y represor. No hay pan, no hay medicinas, no hay progreso, no hay libertades y, sin embargo en esas naciones se reivindica una sonora palabra: “Revolución”. El Ecuador aún no se libra del todo de ese sistema político. Con las arcas llenas, todavía hay exaltadores de ese populismo corrupto y corruptor. Argentina no se sacude aún, pues todavía pesa el peronismo y sus cantos fascistas, que traicionan al mismo Perón.

Algún sociólogo sereno argumenta que la causa es que la costumbre es nuestra segunda naturaleza y que al final aceptamos todo, incluso la demagogia, las ofertas y hasta nos hacemos de la vista gorda de la mentira. Esperemos que la máquina del tiempo nos haga mejores observadores y nos percatemos oportunamente de cuanta soberbia e indiferencia hay en nuestros líderes.

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