EL EGOISMO COMO ACTITUD

Fausto Jaramillo Y.

El anuncio del retiro de parte del subsidio a los combustibles, (gasolinas super y extra) puso en evidencia una de las características más negativas de los ecuatorianos: el egoísmo.

Hace ya algunos meses el presidente Moreno anunció al país de la difícil situación de las finanzas públicas, el sobre endeudamiento, el incremento desmedido de una ineficiente burocracia, nuestro oro y nuestro petróleo empeñados a banqueros internacionales y a la hambrienta China, el incremento de impuestos que tornaba incompetentes a nuestros productos de exportación, pintando un panorama contrario a las declaraciones de “mesa servida” del anterior gobernante; y lo que era más grave, el preanuncio de la toma de determinadas medidas para salvar nuestra economía.

Durante meses los ecuatorianos sabíamos que en algún momento deberíamos ajustarnos los cinturones y aunque secretamente esperábamos un milagro que nos salve de esa amenaza, el paquetazo llegó: subida de los precios de combustibles, no todos, por supuesto, y recortes en el número de asalariados del gobierno.

Las respuestas no se hicieron esperar: los estudiantes de algún conocido colegio de Quito, salieron a las calles; esporádicas palabras contra dichas medidas.

Y allí llegaron los miembros de la “gloriosa y egoísta clase del volante” a mostrar sus dientes de furia. Han sido los taxistas los más enconados protagonistas de estas protestas. Pero, sus palabras no han sido en defensa de la economía de los ecuatorianos, sino en defensa de sus privilegios. No solo que por decreto pueden importar sus vehículos libres de impuestos, que circulan por las calles de las ciudades del Ecuador con tarifas caras, no atienden al recorrido señalado por los pasajeros sino que no tienen empacho en decir que “por allí no voy” “estoy de apuro y si no le gusta puede bajarse” y tantas otras groserías, cobran 5 centavos más de la tarifa señalada para carreras cortas, y un largo etcétera; pero ahora quieren más. Exigen derogar el decreto y si no les hacen caso, pues, que les brinden una “compensación”, es decir que el subsidio sea solo para ellos, y, por supuesto, que saquen de las calles, mediante decreto ejecutivo a otros servicios electrónicos de taxismo.

No quieren competencia, no quieren mejorar el servicio, no quieren educarse, pero si pretenden ser considerados como ecuatorianos privilegiados que no aportan para paliar los efectos de una crisis económica provocada por la borrachera de poder de un gobierno de mentirosos que nos gobernó por algo más de diez años, en los que los taxistas no dejaron escuchar su voz ni sus reclamos.