Un millón de huecos

ARMANDO DAZA QUIÑÓNEZ

Administrar los municipios es fácil cuando se tiene criterio claro del buen servicio con perspectiva futurista. La ambición de los políticos casi siempre los convierte en inicuos, realizan obras de relumbrón que impresionen y garanticen los votos de las siguientes elecciones, sin embargo, a muchos les quedó grande el sombrero.

El caso del cantón Esmeraldas, que en un periodo completo ni siquiera pudo solucionar el millón de huecos que existen en las calles de la ciudad, huecos que constituyen un riesgo para la integridad física y mental de los ciudadanos, puesto que, a menudo caen adultos y niños ocasionando fracturas y contusiones; amenaza de accidentes para conductores de vehículos, quienes pagan rodaje, peaje y otros tributos sin recibir ningún beneficio.

Los que aspiran a ocupar distintas funciones, tienen que fundamentarse en causa y esperar el efecto que son los resultados. Preocuparse por reingeniería del diseño urbanístico que incluya entradas múltiples a la ciudad como la de los puentes, la de Aire Libre, hay que incorporar una por las minas de piedra, otra por el barrio Patricio Páez y otro acceso que llegue al centro de la ciudad; la prolongación del malecón de Las Palmas hasta El Cabezón.

Atención a los jóvenes con problemas de conducta, en la busca de cambio conductual con terapia psicopedagógica profesional para la seguridad ciudadana, entre otras políticas, son las causas para un nuevo modelo de gobierno seccional y que no se han cumplido; la técnica de las encuestas resalta estadísticas anticipadas a los candidatos, respecto de la intención del voto en la lid electoral, a veces sabiendo que están perdidos, participan, solamente por el sueño patológico de la perpetuidad en el poder, pero están seguros que no tienen posibilidades.

El pueblo en muchos casos como Esmeraldas, a veces no sabe elegir, pero sí sabe castigar en su momento, así ocurrió con Osvaldo Hurtado, Rodrigo Borja, Lucio Gutiérrez y otros.

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