Los ‘viejitos’

Adolfo Coronel Illescas

Hablar de ‘viejitos’ apenas seis días de haber quemado 2018, se nos puede ocurrir que se trata de los monigotes del concurso de ‘años viejos’, evento que siendo una tradición de 44 años por poco es ‘revocado’, tanto la Prefectura como el Municipio lojano ya no quieren apoyar esta costumbre del pueblo de parodiar la verdad con agudeza y provocar la espontanea risa de la inteligencia, porque están ‘chiros’ y no quieren romper el ‘chanchito’ que sigue obeso con la burocracia, que prefieren no verla bostezar.

Pero no se trata de justificar la vieja pobreza de los gobiernos seccionales. El tema es un reprise del catecismo del presidente Lenín quién está preocupado de los ‘viejitos’ o ‘viejecitos’ como él los llama a los que están ‘viviendo la yapa’ o deseando envejecer con dignidad. Preocupación que al parecer solo es eso. Arrullos a la paciencia de los ancianos y jubilados, engaños con filosóficas palabras y huecas sutilezas.

Lo grave es que los ‘viejitos’ permitan actuar de esa manera, tal vez porque no quieren o no pueden gritar como lo hicieron en el instante que llegaron al mundo, desconociendo sus derechos a la comprensión en el camino que les queda por recorrer.

Sin embargo, nada se pierde con apoyar los deseos del Mandatario, cuanto más que desde este año, con el ‘otto’ vicepresidente, ha comenzado a programar el futuro del país. Y lo está haciendo mal, dicen los transportistas. En un testamento de 2018 leí un verso: “Dicen que el Presi Moreno “no es chicha ni limonada”, ofrece miles de cosas, pero nunca cumple nada”. Por eso hay ‘viejitos’ que tienen migajas de esperanza y otritos que prefieren arrimarse bonito en la pared hasta que les llegue el día de aporrearse para siempre.

Mientras se concreta el deseo presidencial, y para estrenar 2019, les invito a los leyentes de esta columna dominical, incluidos a los que casi ya tienen sus pestañas cerradas, a recrearse con la novela de Francisco ‘el Pájaro’ Febres Cordero, ‘Fatiga’, porque su apasionante y sobrecogedor relato se sumerge justamente en la vejez, la soledad, el amor, la política, la memoria y el olvido. Un testimonio para los ‘viejitos’ y para quienes ante lo infinito del tiempo esperamos la implacable llegada del último examen de algo no estudiado. (O)