Un año que viene y otro que se va

MARÍA LUISA GÓMEZ DE LA TORRE GÓMEZ

Y así pasaron los días de 2018 viviendo las sentidas y recordadas horas llenas de añoranzas y esperanzas, saboreando los vaivenes de la vida que depararon alegrías y tristezas, que provocaron lamentaciones y asombros por el desatino de personas que no creen en Dios ni respetan la dignidad humana ni lo ajeno; pasaron 365 días con casos escandalosos de corrupción heredados del gobierno anterior, perdiéndose la confianza al pensar en democracia.

Enfermedades, muertes, desgracias, narcotráfico que campea, alto costo de la vida, con la refinería “no pasa nada” solo enfermedades graves y cáncer por doquier, pestes que aparecen y nadie hace nada, vanas promesas; queda la satisfacción de aún vivir abrazados a la fe y a la esperanza contando con el amor de seres que nos prodigan comprensión, atención, mimos, cuidados, una amistad maravillosa y sana revestida de decoro, respeto y buena voluntad.

Nuestra querida Esmeraldas queda como está, abandonada a su suerte, olvidada de altos representantes del gobierno, el Presidente de la República no vino a visitarnos y palpar de cerca nuestras necesidades; como ciudad se mantiene igual, falta mejor alumbrado, buena agua potable todos los días, calles dignas de ser transitadas, bien barridas no recogiendo la basura gruesa, caminando con seguridad en calles adecentadas y qué decir de las veredas con cráteres y caminos de arrieras; la vegetación es carente aunque somos de la tierra verde, como ornato en la ciudad no existe el verdor, buscamos sombras en algún lugar y no la hay.

Patrimonio no hace falta en nuestro medio, no se valora nada, quizás si ganara alguien digno de confianza que se preocupara por lo histórico, por la belleza y el buen vivir como se hizo en Guayaquil aunque muchos lo envidian y hablan al revés, Machala progresó y tomó el digno ejemplo de este noble guayaquileño. Si por los seres vivos no hubo preocupación, peor por los fallecidos carentes de un buen cementerio, y los enfermos? En pleno centro de la ciudad se atropelló al emblemático Delfina Torres viuda de Concha que se destruye a ojos vistas y la clínica del IESS?

No se la tomó en cuenta ni por propios ni por extraños y así los esmeraldeños seguimos observando a quien no hace nada por nosotros, lo que importa es que el dinero llegue a los bolsillos de los propulsores representativos. La razón de nuestro desarrollo en pastilla fue abatido por la naturaleza otra vez en nuestro perfil costanero, ahora veamos quién pone la mano al cangrejo. La carretera Esmeraldas-Quinindé aún no la vemos como quisiéramos.