Testamento 2018

Pablo Ruiz Aguirre

Que quede atrás el dolor, lo impropio, la desaventura, que ello se lleve cualquier tipo de amargura. Que venga la esencia, lo natural, la locura, que ella consuma cada átomo de nuestra compostura para crear nuevos caminos, dar pasos nuevos y elaborar nuevos destinos.

Que queden atrás las certezas, las comodidades y las sapiencias. Que venga la incertidumbre como bandera para aprender nuevas ideas. Que venga la incomodidad a ser fiel compañera, para no estancarnos en un metro cuadrado de tierra. Que venga la duda permanente a ser un buen desayuno de la mañana para quitarnos los dogmas y beber la libertad diaria.

Que queden atrás los amores de alcoba, los besos de plástico, los abrazos de dos brazos. Que vengan los amantes de cuatro estaciones, de todos los colores, de todos los espacios, para hacer del amor un movimiento diario. Que vengan los besos estrafalarios, los pequeños, los grandes, los oscuros e iluminados, para hacer danzar las lenguas y los ojos como un vals acompasado. Que vengan los abrazos de cuerpo entero, los sentidos, los de unir un alma a partir de dos, tres, cuatro cuerpos, es más que los abrazos sean de varios elementos, para que nos entendamos con el otro y los otros en un solo argumento.

Que queden atrás los apuntadores del todo, los pasivos de la nada, los hacedores del odio. Que venga la responsabilidad de cada uno, la compartida, para construir juntos, para apuntar por primera vez la ciudad y país que en la diversidad debemos trabajar en conjunto. Que vengan los activos, los activos del amor, los activos de la vida, los activos del día a día, los que hacen el amor con la vida misma, los que se beben el aire cada mañana, los que no tienen más que el presente y la bienaventuranza.

Que hagamos de la interrupción, un camino nuevo; del tropiezo un paso de danza; del miedo, un amigo; del sueño, una realidad; de la búsqueda, un camino; de la vida, una aventura; de la muerte, nuestra sombra; de la verdad, un desafío; del beso, un alimento; del error, un reto aprendido. Que hagamos del cuerpo, una fiesta; de la naturaleza, un hogar; de la familia un refugio; del amigo, un hermano; del amor, una verdad. Que vayamos por la vida hasta el ocaso de nuestros tiempos, empolvados, amados, coloreados diciendo ¡bien vivido hasta el último de mis días! (O)

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