Eduardo Naranjo Cruz
La humanidad apenas ha recorrido unos 25 siglos de civilización, una micra dentro del espacio tiempo del Universo, pero su capacidad de manejar conceptos la llevó a considerarse el centro del vasto sistema cósmico.
Cada año se hacen balances de cuánto se progresó, cuánto se enriqueció, cuán intensamente se vivió, pero no se proyectan nuevas formas de sociedad que permitan a todos alcanzar una vida decente, libre y justa. ¿Por qué esto?, si nuestra especie es tan poderosa con la mente, que descubrió el micro mundo y sus leyes y se acerca a hacerlo con el Cosmos, es decir unificar la teoría física, pero no la social.
Sin embargo, de este enorme potencial de la mente, no hemos sido capaces de hallar aún un modelo económico que permita calidad de vida para todos los planetarios y solo tenemos continuos desbalances.
En los centros de investigación hay permanente discusión por encontrar modelos macroeconómicos que den soluciones a las relaciones de producción, en las que se busque balance y pleno empleo, sin embargo, la discusión es compleja y larga, analizan desde la debacle de los años 30 del siglo pasado y la reciente caída del 2008 de la que aparentemente salieron con un mecanismo de deuda, cuyos efectos aún se ven. Si los investigadores de la ciencia económica llegan a encontrar soluciones adecuadas a la economía del mundo saldremos adelante, contrariamente el riesgo de un nuevo colapso estará presente en el horizonte.
La esperanza, concepto humano, busca crear y mantener expectativas de que hay posibilidad de encontrar modelos mejores, así también las religiones alientan a los creyentes a soportar sus tortuosos conflictos. El futuro es un desafío para la humanidad y si los científicos no logran una propuesta adecuada, el camino no será alentador.