Navidades políticas

Desde que somos una sociedad de consumo, las navidades empiezan todos los años nada más pasar los fieles difuntos -y perfumada aún la última flor en la solapa del muerto- nos lanzamos a la orgía navideña, comercial y televisiva de los anuncios, los regalos, los villancicos, los pastores de Belén y la novena, el sufrido pavo, los humeantes tamales, y como no, las bebidas espirituosas que dan paso a las navidades borrachas; pero -ojo- ahora hay que tener mucho cuidado ya que los únicos que pueden beber y beber sin problemas en estas navidades son los peces en el río, porque los que beben y manejan pueden ir a parar en ‘cana’, y lo peor de todo, junto a “Vidrio” y otros “revolucionarios” que cumplen penas por corruptos y ladrones.

Pero este año -y el próximo- para mayor gozo de medios de comunicación, anunciantes, publicitas, políticos, politiqueros, etc., en lugar de una campaña tenemos dos: la navidad y las elecciones seccionales. Nuestros políticos, que no son tontos, le están dando a las elecciones seccionales un aire navideño, familiar con mensajes para unas dulces navidades, cuando son unas navidades políticas de derechas e izquierdas. Me parece que los políticos en general, el comercio del ramo y los editorialistas de la tele se están haciendo un lío y ya no saben si anuncian las elecciones seccionales por una Navidad más alegre o anuncian la Navidad como programa de Gobierno y nos sube la gasolina.

Se diría que las elecciones seccionales nos van a sumir en una feliz, eterna, duradera, permanente navidad política, con candidatos que se inscribieron al apuro, otros no pudieron hacerlo. Candidatos a alcaldes, prefectos, concejales, juntas parroquiales preparan ya su villancico “Navidad que con dulce cantar te dicen las almas que saben amar”, y sus ofertas de campaña que no siempre cumplen.