El Pesebre

POR: Laura Benítez Cisneros

La presentación del Pesebre es una tradición y costumbre de la iglesia que tiene más de ocho siglos de historia, comenzó con el Belén de San Francisco de Asís por el año de 1223 localizado en Greccio (Italia). Se cuenta que mientras recorría el pequeño castillo de Rieti fue donde todo comenzó, la idea inspiradora para Francisco de reproducir en vivo el Nacimiento de Jesús.

La costumbre y tradición de los Belenes se difundió por toda Italia y luego al mundo entero y hoy el nacimiento de Jesús es una tradición navideña en muchos países del globo terrestre. Históricamente conocemos que el nacimiento viviente se celebró como había estado prevista la gente de aquel castillo, grandes y pequeños salían de sus casas respondiendo “Alabado sea el Señor” y todo se realizó como estaba previsto.

La gente del castillo se dirigió donde vivían los frailes en medio del bosque cantando y con antorchas, en una gruta se preparaba un altar sobre un Pesebre, en la cual habían colocado una mula y un buey, en esa noche se exaltó la pobreza, se rindió honor a la sencillez, y se alabó la humildad y Greccio fue la nueva Belén; para esta celebración tan original, Francisco de Asís había obtenido el permiso del Papa Honorato III.

Es ocasión para enseñar a los hijos uno de los hechos más significativos de la vida religiosa, cultivar la ilusión de la espera y la dicha de dar a coger ese calor humano y efectivo. Es una fiesta que la celebramos cada año: el Nacimiento de Jesús, y los niños y adultos muestran un rostro distinto, comparten la dicha y reviven la imagen de la fantasía propias de la infancia.

Arreglando los Pesebres y haciendo eco a este momento de calor efectivo que alegra el corazón y sirve para el recogimiento del espíritu, hagamos grandes e inolvidables estas fiestas. No hace falta dinero sino un profundo deseo de dar todo, lo bello y bueno que somos.