Panamericana

Andrés Pachano

No es nada agradable concluir un año con desazón, percibiendo el ocre olor, el salobre sabor del “cuento de nunca acabar” (es preferible morigerar el concepto utilizando esa usual sentencia de nuestro coloquial lenguaje).

Es que eso es lo que los ambateños percibimos sobre la quimérica ampliación de la vía Panamericana en la jurisdicción provincial de Tungurahua (antes así se la conocía a esta vía); recordemos que este proyecto de carácter nacional, contemplaba la ampliación de la vía, el mejoramiento de su geometría, la ejecución de obras de arte y más infraestructura vial, desde Ibarra hasta Riobamba; el contrato de concesión y mejoramiento se lo firmó precisamente en la ciudad de Ambato, en al Gobierno del doctor Gustavo Noboa.

Al cabo de los años el proyecto está prácticamente concluido, excepción hecha del tramo comprendido en la provincia del Tungurahua, la nuestra y en un pequeño tramo faltante de la provincia de Chimborazo. En nuestra jurisdicción, si la memoria no me falla, se previó ejecutar la ampliación a tres carriles por sentido en el sector norte, desde Cunchibamba hasta la intersección con el Paso Lateral de Ambato y a dos carriles por sentido en el sur, desde Huachi Grande hasta Chimborazo. Los trabajos, en el norte, están suspendidos en Yambo, en las goteras mismas de nuestra provincia; las únicas labores que se ven, es la ejecución de cunetas en los sectores de Cunchibamba y Samanga; y en el sector sur de la jurisdicción provincial este proyecto duerme el injusto sueño del olvido, para nombrarlo suavemente y no espetar, con el perdón de ustedes, un “carajo” de indignación.

Hace pocas semanas atrás, se anunció que existe financiamiento para continuar con las obras de este postergado proyecto en el tramo sur, es decir hasta Riobamba y que se iniciarían en un muy pequeño tramo hasta Tuntatacto en Chimborazo, quizá allá ya lo habrán iniciado; pero en lo que respecta al decurso de la vía en las jurisdicciones de los cantones de Ambato, Tisaleo y Mocha, no se avizora ni siquiera una estaca que anuncie algún trabajo. ¡Ya nos dirán que el óbice está en las expropiaciones!

¿Hay acaso odiosa animadversión para Tungurahua?