Flaubert y la Virgen Morena

Pablo Escandón Montenegro

El 12 de diciembre de 1531 se produjo la última aparición de la Virgen María en el Tepeyac, en México. Casi tres siglos después, en 1821, nacería uno de los grandes narradores del mundo, Gustave Flaubert, quien transformó la literatura con sus ‘Tres cuentos’, ‘Madame Bovary’ y la inconclusa ‘Bouvard y Pecuchet’.

La Virgen Morena transformó la fe católica. Sus fieles no solo están en México sino que se cuentan en todo el continente. ¿Qué tienen en común la Virgen Morena y el padre intelectual de Emma Bovary? Ambas son fundadoras de movimientos importantes para la cultura mundial.

Las apariciones de la Virgen a Juan Diego, ahora santo de la Iglesia católica, fueron un acercamiento y asimilación cultural en el virreinato de la Nueva España, con fines evangelizadores. Calaron en lo profundo del pueblo, al ser una virgen más cercana en lo físico y que, además, se presentó ante un indígena.

Quien cambia la historia de los personajes en la tradición literaria es Flaubert con su Emma, una mujer que añora ser la protagonista de las novelas que lee. Una versión femenina de la locura del Quijote por leer tanto libro de caballería, pero que tiene un final trágico.

Las dos, Emma y la Virgen de Guadalupe, son reales, a pesar de que su existencia no es física. La primera vive en las páginas de la novela de Flaubert y en la cultura literaria, y la segunda en el zarape donde el indio Juan Diego llevaba las flores y que se expone en la Basílica que se erigió en el sitio de las apariciones.

Ambas visiones femeninas son producto de historias verosímiles. Ambas transformaron la vida de cada momento histórico, y aún son referentes. Ahora hablamos de lo guadalupano y el bovarismo, al referirnos a las influencias de estas dos mujeres que perviven en nuestra cultura colectiva.

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