La sucesión

Kléber Mantilla Cisneros

La comprensión de la vida pública amerita dos escenarios cercanos: la purga meticulosa del aciago correato que nos llena a diario de escándalos y corrupción; y, abrir un debate sobre la sucesión presidencial después de repetir la suspensión de funciones y renuncia en la Vicepresidencia.

Más allá de un trajinar de rostros en el gabinete de Lenín Moreno, cabe interpretar su acción política en temas sustanciales como la falta de financiamiento en el presupuesto 2019, el desmesurado endeudamiento con China, las licencias ambientales para continuar la explotación petrolera y el apresurado rechazo popular. Sin embargo, lo medular parece centrarse en los cambios que se aplican en el Centro de Inteligencia Estratégico.

‘Ruptura de los 25’ y ‘Democracia Sí’, son las agrupaciones políticas que amparan al gobierno en el proceso de transición a recuperar la República después de la dictadura correísta. La depuración del sector público y recuperación de las libertades exigen tácticas políticas mesuradas antes que militares, policiales, aduaneras o tributarias en los servicios de inteligencia del Estado.

Persisten procesos judiciales sobre los mecanismos de espionaje político, intercepción de comunicaciones, desvío de dinero y enriquecimiento ilícito. Sin retorno del dinero robado, el país requiere explicación sobre el mal uso de ‘gastos especiales’ de la Senain en pagos a la Comisión 30-S, caso ‘Hacking Team’ de persecución a civiles, operaciones como ‘Caminito’, secuestro a Fernando Balda y centenas de viajes exóticos de los aviones presidenciales a paraísos fiscales.

La prisión de Glas y renuncia de Vicuña exigen un armisticio político coherente entre opuestos, una intensa discusión y compaginar alianzas entre los posibles sucesores presidenciales. Un tercer error de vicepresidentes invisibles e inservibles trae el riesgo espeluznante de articular con mañosería municipios y alcaldías. El próximo proceso electoral será termómetro de apoyo y rechazo ante problemas velados: desempleo, migración, delincuencia, universidades mediocres, impacto ambiental y petróleo, anarquía gremial, sindicalismo disgregado y mucho desgobierno.

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