Los afros recreaban sus raíces culturales en la fiesta de Reyes

RECUERDO. Personajes disfrazados en el día de los Blancos, fiesta de Reyes en la Tola, cantón Eloy Alfaro. (Foto: ‘Religiosidad afroecuatoriana’)
RECUERDO. Personajes disfrazados en el día de los Blancos, fiesta de Reyes en la Tola, cantón Eloy Alfaro. (Foto: ‘Religiosidad afroecuatoriana’)

La fiesta de Reyes no es propiamente religiosa en el pueblo afrodescendiente. Aunque tiene su origen en la tradición católica, con el tiempo ha derivado en una festividad popular carnavalera, según lo escrito en el libro ‘Religiosidad afroecuatoriana’ de John Antón Sánchez. Él añade que se conoce que la celebración tiene sus raíces en la época colonial, cuando los amos permitían a los esclavos cierta libertad en la forma de festejar el Día de Reyes.

“En lugar de hacer procesiones católicas, más bien los esclavos salían a la calle con disfraces y máscaras alusivas a demonios y matachines, quizá escondiendo o sincretizando a sus deidades o fuerzas espirituales africanas. La costumbre colonial era que, en las ciudades, las autoridades esclavistas les daban un día libre a los esclavos durante el año para que ellos realizaran sus conmemoraciones de acuerdo con sus costumbres y formas culturales propias.

El Día de los Reyes era uno de estos. Los relatos coloniales dan cuenta de que los esclavos, ese día, recordaban a sus reyes, a sus autoridades africanas, a sus dioses y demás creencias ancestrales, de modo que la conmemoración de reyes se convertía en una especie de carnaval, donde los esclavos recreaban su vida cultural en África.

De allí que muchos se disfrazaban de reyes, guerreros o simbolizaban a sus dioses o deidades africanas”, escribe Antón Sánchez.

Recuerdo
De la fiesta

Antes, este juego se lo hacía en casi todos los pueblos grandes del norte de Esmeraldas.

Empezaba unos días después del 25 de diciembre, que es la fiesta del Niño Jesús.

Terminaba con el último día de Reyes.

REPRESENTACIÓN. Los esclavos se disfrazaban de reyes, demonios y más en el único día que tenían libre en la época de la Colonia. (Foto: ‘Religiosidad afroecuatoriana’)
REPRESENTACIÓN. Los esclavos se disfrazaban de reyes, demonios y más en el único día que tenían libre en la época de la Colonia. (Foto: ‘Religiosidad afroecuatoriana’)

Va desapareciendo

El escritor señala en su publicación que en la actualidad el Día de Reyes se celebra con menos frecuencia; sin embargo, el trabajo de gestores culturales ha contribuido para que esta costumbre no se pierda.

La festividad dura tres días, en los cuales se hacen parodias sobre los blancos, los indígenas y los negros. Cuenta que en la parroquia Selva Alegre, cantón Eloy Alfaro, aún se festeja de forma tradicional, aunque con baja intensidad.

El autor del libro entrevistó a Carlos Gruezo Corozo, fiestero de la comunidad de Selva Alegre, quien cuenta que en la conmemoración intervienen los siguientes personajes: “Dos culonas, dos paridoras, dos monos, una dama, seis cayapas, entre 10 y 15 cucuruchos”.

Todos son muy especiales, primero porque se disfrazan en una casa o lugar secreto para evitar ser identificados por quienes participan de los días de fiesta y luego porque durante su desfile por las principales calles no permiten que les toquen y si alguien lo hace deberá pagar en dinero, alimento o bebida.

Asimismo, los disfrazados pueden ingresar a las casas a sacar a sus ocupantes a bailar o simplemente a pedir la colaboración, pero siempre haciendo chistes.

Hay que destacar que la mayoría de los personajes son mujeres y, según Gruezo Corozo, estas se toman el poder durante los tres días, para lo cual piden permiso a la autoridad del sector y así realizar los eventos.

Relato

Ahora se dice la fiesta de los Reyes, pero antes los mayores decían el ‘Juego de cucuruchos’. Se lo hacía en tiempos de Reyes, una conmemoración de la iglesia católica. Los que la celebraban tenían el decir: “La fiesta es de los Santos Reyes, pero el juego es de nosotros”, relatan Juana y María Salazar Nazareno en el libro ‘Religiosidad afroecuatoriana’.

Blancos, negros e indígenas

En ‘Religiosidad afroecuatoriana’ se publica lo que Juana y María Salazar Nazareno contaron a Juan García, antropólogo e historiador y activista cultural defensor de los derechos del pueblo negro del norte de Esmeraldas. Manifestaron que “los primeros en salir a jugar eran los blancos. En este día, los hombres se vestían con las ropas de la mujer y ellas con la de los hombres. La situación es que nadie tenía que conocer quiénes eran los jugadores. Por eso hablaba con cepillo (como los blancos), se cubrían todo el cuerpo hasta las manos para no dejar por donde se reconozca a los jugadores. La ropa se la mandaba a prestar a los amigos, pero todo eso era cosa de mucho secreto”.

“Al otro día, salían a jugar los negros. Asimismo, los competidores se concentraban en una casa o en varias y se vestían de lo que iban a jugar: paridoras, netitos, negros montaraces, labradores de canoa, buscadores de oro, cazadores, de todo lo que eran los oficios y los trabajos que los mayores tenían en la tradición, de lo que era el trabajo de nosotros, los negros.

Antes del mediodía salían las tropas con sus músicos (bomberos y cununeros) y sobre todo con su mono, que era el que ponía el orden. La marimba no caminaba, esa estaba en un solo lugar, donde se tenían que encontrar todas las tropas al final del día para el baile”. Cuenta que todos los jugadores se pintaban el cuerpo con carbón de balsa mojado con agua, que se lo preparaba con anticipación y salían a las calles bailando y hablando ‘atravesado, como montacaraces’.

El último día de juego era el de los indígenas, en el cual las personas se vestían como tal y hablaban como ellos y a quienes encontraban en la calle le decían compadre o comadre. Se pintaban el cuerpo de colorado usando achiote, se vestían con bayetas (toallas o pedazos de tela) de la cintura para abajo, se adornaban con plumas, lanzas, canastos… señala Gruezo. Y cuando las tropas de indígenas salían a las calles, sobre todo los pequeños, vendían flores, remedios de monte, achiote, esteras, petacas, abanicos y todas las cosas que se conocen de la cultura de los indígenas.

El último día se organizaba un gran baile y toda la gente podía ir y amanecer bailando. (CM)