La fe afrocatólica promueve la festividad de sus santos

UNIÓN. Decoración en una barca para la ceremonia de la Virgen del Carmen en Rocafuerte, cantón Río Verde. (Foto: Religiosidad afroecuatoriana)
UNIÓN. Decoración en una barca para la ceremonia de la Virgen del Carmen en Rocafuerte, cantón Río Verde. (Foto: Religiosidad afroecuatoriana)

El mundo intangible y de los espíritus de alguna forma influye en la vida humana.

En la esfera religiosa afrocatólica se mantiene la creencia y la fe en santos, vírgenes y en el Niño Jesús, de quienes reciben favores y en pago se les realiza los arrullos (poemas musicales).

John Antón Sánchez, autor del libro ‘Religiosidad afroecuatoriana’, indica que en el sentido religioso afrocatólico, lo espiritual es tajantemente abstraído en dos niveles: el divino y el humano. El primero que es de Dios, que irradia el bien, y el segundo que es de pleno dominio del diablo, sus demonios y de los muertos que penan en el pecado.

Agrega que teniendo en cuenta la interpretación escatológica (conjunto de creencias religiosas sobre las realidades últimas) del universo afrodescendiente del Pacífico y su división entre el mundo humano y el divino, los sabios tradicionales o festeros y los rezanderos o síndicos aprovechan este contexto para distinguir sus distintas festividades y su relación con los santos y las vírgenes católicas.

CELEBRACIÓN. Arrullo a San Antonio en Wimbicito, cantón San Lorenzo. (Foto: Religiosidad afroecuatoriana)
CELEBRACIÓN. Arrullo a San Antonio en Wimbicito, cantón San Lorenzo. (Foto: Religiosidad afroecuatoriana)

Intercambian favores
En la cosmovisión afrodescendiente, la fe católica y la ayuda de los santos, la Virgen y las benditas almas del Purgatorio son fundamentales y tienen una relación viva con las personas. Según ‘Religiosidad afroecuatoriana’, estas fuerzas intercambian favores, problemáticas y circunstancias en la vida cotidiana: curaciones, suerte, productividad y más.

Para tratar una enfermedad, muchos sabios tradicionales invocan la presencia de santos, como San Gregorio, San Antonio, San Martín de Porres, San Francisco, Santa Helena, la Santísima Trinidad, el Divino Niño, la Virgen del Carmen, entre otros.

Se ofrece festividad
En la publicación se señala que el feligrés solicita el amparo divino al santo, quien lo concede luego de que el pacto, la negociación o el intercambio sea claro. Es decir, un santo presta favores a cambio de algo concreto que lo mantenga contento. Puede ser el cumplimiento de una plegaria, responso, arrullo, Diostesalve, misa, novenario o, en el mejor de los casos, una fiesta patronal.

Para los afrodescendientes del Pacífico, la mejor manera de honrar el favor de un santo es mediante arrullo, velorio o alumbrao (como se lo denomina en el Chocó, en Colombia). Es una festividad que una persona o una familia ofrece a su santo o virgen por devoción a algún favor recibido. (CM)

Conmemoraciones afroecuatorianas
° Los arrullos son un verdadero derroche festivo que, por lo general, se efectúan en la víspera de alguna fiesta patronal.

Cuando el dueño de su fiesta anuncia esta ceremonia, la noticia corre como pólvora por toda la comunidad. Así, desde recónditos lugares acuden amigos, devotos, parientes o interesados en participar en este evento, en el cual se bebe, juega y cantan arrullos al son de los tambores, al tiempo que promueven un buen momento para enamorarse.

A lo largo del Pacífico colombiano y ecuatoriano las festividades patronales o fiestas de los santos son celebraciones de carácter popular, que se hacen en homenaje a los santos patronos.

Cada santo con su favor
° Existen santos y santas para todo tipo de peticiones. Santa Marta se asocia con el amor y posibilita la atracción o separación definitiva de la pareja. San Benito mantiene el grupo doméstico en abundancia de comida. El Divino Niño, la Última Cena y María Auxiliadora protegen la casa de los ladrones. San Marcos de León suaviza al enemigo enfurecido. San Basilio y San Martín protegen de los peligros. Jesús Nazareno da buena suerte. Santa Bárbara resguarda a los mineros y cesa las tempestades, mientras que San Antonio concede el deseo que se le pida, previo secuestro material de su niño.