No es de este mundo

PATRICIO CÓRDOVA CEPEDA

Al terminar el año litúrgico, en la misa dominical el Padre Pedro Casa, en la Iglesia La Catedral, ofreció reflexiones fundamentales de la palabra de Dios, sobre el ejercicio del poder, el servicio a los demás y las virtudes de quien ostenta un trono, vale decir una autoridad.

En tiempos de Jesucristo se refirió al diálogo con Pilatos, en el cual quedó claro que el Reino de Dios no es de este mundo y más aún si en esa época primaba el poder autoritario, concentrador, explotador, discriminatorio, la opulencia, la codicia y la avaricia.

Ante todo ese imperio deshumanizado luchó Jesús y lo hizo sin armas de fuego, sin violencia, sin agresividad, utilizó la buena palabra, la reflexión, por ello murió para salvarnos y liberarnos de todo aquello que oprime y no nos deja crecer en libertad.

El mensaje cristiano es valioso y necesario. Nadie se sienta en el trono si no ha servido a los demás, nadie es primero si no siente lo que es estar al último, el ejercicio del poder debe estar revestido de humildad y sencillez, no de formas ni acomodos, peor de sometimiento, mentira, engaño y corrupción.

Considero que es menester de manera cotidiana recordar la finalidad que cada ser humano tenemos en nuestra vida terrenal temporal y está dado en crear felicidad común, en cumplir y no solo pregonar el amor, la paz, la armonía, actuar con sensibilidad y dignidad.

Lo trascendente no se resume ni puede depender exclusivamente de lo material, de una carrera constante de apropiación de bienes, de mejoramiento económico sin recato.

Más allá de lindas palabras o expresiones adornadas, es indispensable generar conciencia social para no seguir a populistas ni elegirlos como autoridades, adinerados que solo piensan en su bienestar personal o familiar o de acomodo de su grupo, que han perdido la humildad y la sencillez. Pobres ricos.