No aprendemos la lección

Fausto Jaramillo Y.

Uno de los objetivos políticos del anterior presidente fue la de exterminar con los partidos políticos. En sus diez años frente al Ejecutivo, hizo todo lo posible por desacreditarlos, criticarlos y hundirlos en el olvido de los ecuatorianos.

Lo extraño del caso es que ningún ciudadano, incluyendo los miembros de los partidos políticos, no dijeron ni hicieron nada por evitar que el innombrable logre su objetivo. Fue una década sin partidos y, al parecer, al menos en los primeros años de dicho gobierno, eso produjo entre los ecuatorianos cierto sentido de paz y conformismo; sin embargo, en los últimos años se sintió que su ausencia había provocada un vacío político que era necesario llenarlo.

Esa primaria satisfacción ciudadana fue producto de un equivocado y escandaloso comportamiento de los partidos en años anteriores al correato. Peleas, incluso agresiones físicas, irracionalidades, pero sobre todo la exhibición de un desmedido apetito por ambiciones personales y por cargos públicos lo que llevó a que nuestro pueblo denominada aquel comportamiento como “hambre del botín político”, por parte de la partidocracia.

En el actual gobierno parecía que eso había cambiado. El Consejo de participación ciudadano y control social, transitorio, presidido por el Dr. Julio César Trujillo, inició su trabajo creando esperanzas de que, por fin, la meritocracia había llegado al país. Se creyó que, a partir de ahora, las nuevas autoridades serían ciudadanos probos, con conocimientos y sin ligazones políticas y económicas. Pero, el nombramiento de los miembros del Consejo Nacional Electoral demostró lo contrario. Los miembros nombrados habían sido auspiciados por partidos políticos y grupos sociales. El propio Dr. Trujillo señaló que así sería la designación, pero lo que no se supuso es que esa forma de nombrarlos llevaría a que los miembros auspiciados por partidos se reunieran para elegir dignidades y que, los de agrupaciones sociales manifestaran su disconformidad con ello y no asistieran a dicha sesión.

La tan detestada partidocracia ha retornado a nuestro país. No importan los méritos, lo que importa es la pertenencia a un partido político. Los partidos políticos vuelven a apoderarse del “botín político”.

Los ecuatorianos aún no hemos aprendido la lección.