JOFFRE DAZA QUIÑÓNEZ
La monarquía fue abolida en el siglo XVIII, precisamente para imponer un gobierno de todos y para todos. Los sistemas republicanos más antiguos como los europeos y los Estados Unidos, con mayor o menor intensidad, pero hay un cierto equilibrio por lo menos en mantener sus constituciones, nunca plantean referéndum para favorecerse de reelecciones que les permitan perennizarse en el poder, terminan su periodo y se van a su casa, con la satisfacción del deber cumplido.
En América Latina empezamos con los movimientos populistas; en Argentina, el Peronismo o Movimiento de los Trabajadores, igual ha ocurrido en Brasil con el movimiento de los trabajadores liderados por Lula; el CFP liderado por los Bucaram en Ecuador; Cuba es punto aparte, consiguió liberar a su pueblo de los gobiernos de derecho al tomarse el poder por la fuerza el movimiento guerrillero liderado por Fidel, El Che y Camilo Cienfuegos. En Centroamérica, Nicaragua logró derrocar al dictador Somoza; en Uruguay los Tupac Amarus prestaron residencia con el liderazgo de Mujica, hasta lograr el poder por la vía democrática convirtiéndose en una de las democracias más estables en la región, con un significativo 20% de rebaja de la pobreza, igual que Chile, luego de la dictadura.
Pero hace más o menos unos 20 años, algún trasnochado se inventó el cuento del socialismo del siglo XXI, lo cual es una entelequia, como la historia lo ha demostrado. Militares inescrupulosos en Venezuela a nombre del pueblo se han tomado el poder hasta su muerte, dejando como herencia en el poder a un cretino, que con sus actuaciones tiene colapsado al pueblo, con más de dos millones de venezolanos que han emigrado; surgieron autosalvadores de la patria grande de Bolívar como los Kirchner, Correa, Maduro, Lula, Ortega, Evo Morales.
Todos estos sujetos hicieron un plan macabro que incluía reformas constitucionales, para tomarse todos los poderes del estado y poner a lacayos a su servicio, con la finalidad de enriquecerse en miles de millones de dólares, que tienen a nuestros países al borde de la quiebra y sin trabajo ni pan, en el caso de Correa al borde de ir a la cárcel y en el caso de Ortega en Nicaragua convertido en un criminal de lesa humanidad como Madura.