Los conceptos no son eternos

Jaime Durán Barba

La Escuela de Chicago postuló la teoría del Rational Choice, según la cual los electores adoptan actitudes políticas racionalmente y de manera individual. Todos los estudios realizados en los últimos 30 años refutan esa tesis desde la política aplicada, la economía conductual y la psicología evolutiva. Científicamente está demostrado que en nuestra vida cotidiana y también cuando escogemos posiciones políticas, lo hacemos a partir de reacciones emocionales, usando atajos heurísticos que esquivan el proceso racional. Usamos todo el tiempo el pensamiento lateral, que busca soluciones por medio de estrategias y algoritmos heterodoxos, inusuales en el pensamiento lógico.

Cuando usamos la lógica seguimos un patrón de pensamiento que limita el rango de las posibilidades: el suelo es para caminar, los líderes deben ser honestos, los religiosos deben dar ejemplo de moral. En la realidad nos orientamos con el pensamiento lateral que transita caminos alternativos, caminos que nos permiten plantear otras formas de resolución de los problemas y así poder vivir en la contradictoria realidad.

Muchos políticos siguen creyendo en la posibilidad de convencer a la gente explicándole con discursos esos temas. No entienden por qué las cifras de Lula se mantienen e incluso suben a pesar de la masiva campaña que lo ataca por corrupto. Cuando nos dejamos llevar por el dogmatismo, analizamos la realidad usando conceptos vacíos, nos creemos dueños de la verdad, descalificamos a los otros y, en vez de discutir sus ideas, nos preguntamos cuáles son sus intenciones. Mientras más estudiamos, más nos damos cuenta de que no existen verdades absolutas y que los conceptos no son eternos.

No hay una izquierda en la que se pueda incluir al mismo tiempo a Lula y a otros personajes de la “izquierda”. Maduro y Ortega son los típicos dictadores militares corruptos del Caribe, más inspirados en Tachito Somoza que en Carlos Marx. Correa fue un autoritario fanático que defendió tesis de ultraderecha alegando ser revolucionario. Ninguno de ellos actuó de manera semejante a las izquierdas institucionales de Chile y Uruguay.

Un dirigente con raíces objetivas no pierde fuerza cuando va preso, sino que crece porque despierta la solidaridad de quienes son sus partidarios y de quienes no le rechazan. La victimización no se puede combatir con mensajes que expliquen a la gente lo que hizo.

*Profesor de la GWU. Miembro del Club Político Argentino.
(Fuente www.perfil.com)