La verdad y la venganza

Fausto Jaramillo Y.

Tras algo más de diez años de miedo y persecución, la ciudadanía ecuatoriana hoy se muestra activa y exigente. Nuevamente las agrupaciones sociales se hacen presentes en las calles a protestar contra tal o cual idea, tal o cual decisión gubernamental, o quizás a apoyar tal o cual postura o proyecto de ley.

La efervescencia social, en la actualidad, se muestra en su accionar en las redes sociales. Ciudadanos de toda condición etaria, social, económica, de toda minoría religiosa, étnica, sexual, desde la comodidad de su hogar, sentados frente a la pantalla de una computadora, escriben sus ideas y dejan traslucir sus emociones sobre el convivir social. La prensa ha dejado de ser el único camino para expresar su alegría o descontento sobre el acontecer diario del país.

Este fenómeno permite el desahogo de las pasiones, de los miedos y temores, y eso está bien; sin embargo, trae consigo ciertos peligros que son necesarios reconocerlos. En primer lugar, los comentarios vertidos de esa manera no están sustentados en análisis y razonamientos, sino en una suerte de explosión de emociones. Se critica con vehemencia y poca sustancia. En segundo lugar, esa misma emoción hace que los comentarios se hallen alejados de la verdad y la justicia: se pretende que de la noche a la mañana, sin el correspondiente proceso de análisis, se condene a quienes se cree culpables y no se permite que el tiempo demuestre la inocencia o culpabilidad de los acusados. L

Y este es quizás el mayor peligro: la ausencia del raciocinio. La ciudadanía está motivada de la venganza antes que de justicia; del afán de castigar antes que de construir una democracia sólida y pensante.

Creo que todos estamos y estaremos de acuerdo en que hay que condenar a quienes cayeron en las garras de la tiranía y la corrupción; pero la justicia debe actuar ponderadamente para determinar los verdaderos culpables y condenarlos. Acusar por pasión o por venganza es abrir las puertas a nuevas tiranías y a nuevas trafasías.

La verdad surge del análisis en un ambiente de cordura.